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7 y 9
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Querido Gabriel,
No te vi en Jericó, ¡te lo perdiste! Espero que vayas el año entrante porque conozco tu gusto por los libros y la conversación. Te lo vas a gozar porque amas la naturaleza, la historia y, sobre todo, porque te encontrarás con cientos de personas diferentes, del pueblo y del mundo, amantes de la cultura. Te escribo hoy sobre este Hay Festival, que, como cerrando un círculo que le da la vuelta al mundo, volvió a un pueblo pequeño, similar a ese de Gales en el que nació lo que Bill Clinton llamara el “Woodstock de la mente”.
El viernes en la noche, como si fuera un “ábrete sésamo”, con la plaza llena, vimos la película de Catalina Mesa, que es la película del pueblo y de todos los pueblos de los Andes antioqueños. Temblé de emoción al ver la cara de la gente, el llanto tierno, las sonrisas, el silencio atento. Luego de la proyección, para celebrar y cambiar la poesía visual por el abrazo, podrías haberte tomado algo con nosotros, rodeado por amigos, boleros y tangos.
Te va a encantar el teatro Santamaría que acogió gran parte de las charlas. Comenzamos el sábado con la de Héctor Abad, hijo de jericoano, que nos contó de la biblioteca de la casa de su padre, donde aprendió a querer los libros. Citó a Montesquieu: “Nunca he tenido una pesadumbre en mi vida que una hora de lectura no haya podido resolver”. Nos enseñó que se aprende a leer “con las orejas” cuando nos leen cuentos. Este hombre tímido, a quien los años embellecen, nos habló del Llanero solitario y su definición de aventura: “soltar la rienda del caballo”. Nos propuso escribir cartas, “...a los tímidos nos conviene escribir”. Con sus palabras, redondeó el embrujo invocado la noche anterior. “La poesía tiene algo mántrico”, dijo, como para decretar un fin de semana de asombro.
Nos movimos, como en una danza, ideas van ideas vienen, entre la plaza, el Museo Maja y el Teatro. Carlos Magdalena, el horticultor, nos habló de plantas que sobreviven ante las más graves amenazas. “El mejor regalo que Colombia le puede dar al mundo es proteger su diversidad”. El poeta Horacio Benavides nos regaló esta joya: “Poesía es ir eliminando cosas hasta quedarse solo”. El concierto de Puerto Candelaria en la plaza colmada y las palabras de Juancho sobre los jóvenes músicos del pueblo que los acompañaron fueron, tal vez, el momento del clímax: “ellos son el verdadero oro de esta región”.
Se dijeron y sintieron muchas cosas en dos días, tantas que no te alcanzo a compartir en esta carta. Será en la tertulia que te cuente sobre Gamboa, Mejía, Ayén, Costamagna, Vásquez, Quintana, Vladdo y los demás. En la última charla, y esto puede inspirar nuestra tertulia sobre la fuerza de las ideas, oímos a Jorge Orlando, hablando sobre su Historia mínima de Colombia, que él repasa como contando un cuento. “Como ciudadano”, dijo, “pienso que Colombia será pronto un país en paz”. Nos invitó a estudiar historia “para aprender a discutir, a argumentar, a buscar las bases de nuestros argumentos, para ayudarle a la gente a pensar adecuadamente y a tomar mejores decisiones”. ¿Será que en la cultura y en el libre flujo de las ideas está escondido el secreto de esa paz tan anhelada?.
*Director de Comfama.
