Por ana cristina restrepo j.
“Cada vez que nos mandan a llamar por problemas, tenemos que tomar la lancha y navegar tres o cuatro horas. A veces podemos entrar; otras, ni salir. Lamentablemente en nuestros territorios no hay un solo grupo: están el Frente Oliver Sinisterra, los Contadores, las Guerrillas Unidas del Pacífico y las que parecen ser sus disidencias”, asevera José Obregón, quien a diario recorre mar, esteros y quebradas, en la defensa del territorio en el Pacífico nariñense. Su brújula vital jamás pierde el norte en las corrientes de los ríos Satinga, Telembí y Patía.
Hace 42 años nació en Olaya Herrera-Bocas de Satinga, Nariño, hijo de una maestra y un agricultor, nieto de un cortador de madera. Entre ocho hermanos, creció en la misma tierra que su familia ha heredado por generaciones.
Desde hace seis años, José reside en Tumaco donde opera la sede de Asocoetnar (Asociación de consejos comunitarios y organizaciones étnico territoriales de Nariño) de la cual es el representante legal. Su labor consiste en acompañar y atender los procesos en cuarenta y cinco consejos comunitarios en Olaya Herrera-Bocas de Satinga, Santa Bárbara Iscuandé, El Charco, La Tola, Mosquera, Barbacoas y Roberto Payán.
En estas selvas, donde la mayoría de la población es afrodescendiente –también habitan indígenas y mestizos–, la ausencia del Estado es evidente en la inexistencia de escenarios deportivos, las falencias en la atención en salud, la carencia de transporte escolar. En los jóvenes que se gradúan de bachilleres sin la esperanza de acceder a estudios superiores. En la imposibilidad de libre movilización en algunos parajes. En la gran preocupación de José: el desarrollo agrario.
Los asuntos en que suele intervenir son de interés común, como titulaciones colectivas o conflictos interétnicos con comunidades indígenas. “Algún día podremos vivir desde nuestras costumbres”, comenta.
La gran bendición de Nariño es su misma condena: la fertilidad de la tierra. De acuerdo con los monitoreos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, este departamento ocupa el primer lugar en extensión sembrada con hoja de coca, con 45 735 hectáreas, de las cuales 19 516 (42,6 %) están en Tumaco.
El control por parte del Gobierno es aún más complejo por tratarse de una zona fronteriza, los esteros y las bocanas son estratégicos, ideales para el tráfico... y la fuga. Después de los Acuerdos de La Habana, “tuvimos casi dos años en que creímos que todo iba a darse, subíamos y bajábamos los ríos sin miedo”, pero entonces, llegaron las disidencias y bacrim a aquellos territorios que copaban las Farc y el Estado no ocupó.
Y es que el miedo es rutina para José. Hace seis días, fueron asesinados Milton Hernández, Carlos y Daniel Obando (padre e hijo), pertenecientes al Consejo Menor de la Cuenca del río Iscuandé.
A este líder le han propuesto trabajar desde Bogotá, pero estar lejos de su gente es inconcebible. Reconoce que la presencia de la Unidad Nacional de Protección en Tumaco ha sido un disuasivo para los violentos, las vacunas han cesado y cuenta con esquema de protección.
Aunque José Obregón apela a muchas medidas de autoprotección, nunca olvida aquella que prefieren los actores armados, la misma que dicta su instinto de conservación: el silencio. #UnLiderEnMiLugar.