Era una pequeña mujer rubia que andaba con su hijo gigante y cachetón por las calles de Envigado cargada de rabia y de bultos. Bultos grandes y pequeños y decenas de cosas amarradas con lazos o cables a los bultos. Existió en los tiempos en que estas personas eran parte del folclor pueblerino, famosas, hasta cierto punto atendidas por la comunidad y siempre jugando su papel en los rituales callejeros. Julia y Tiburrillo esperan ser contados por John Saldarriaga (si no lo hizo ya) y sus fotos pueden verse en algunos bares y restaurantes.
Me vino a la mente viendo un escenario ya común en cualquier instalación pública, en este caso, una muchacha elegante tirada (ni sentada ni encuclillada) en el suelo, pegada literalmente de un alambre a la pared....