Hay fatiga de metal en las piernas de los futbolistas. No dan más. Los han exprimido hasta el tuétano. También el hincha está exhausto. No hay plata, tiempo, nervios ni pasión para gritar tantos goles. Sería saludable una huelga de guayos caídos.
El poderoso señor don dinero manda la parada. La salud de los atletas importa poco. Ojalá los guíen para que estudien cuando no están detrás del cuero. La fama dura menos que un minuto de silencio.
Jugar tanto puede producir aversión hacia el destino que les permite llevar los garbanzos a casa. En la intimidad de su almohada, deben descansar y pedir trago para todas las mesas cuando los eliminan.
Felicitaciones a quienes tienen a su equipo disputando el campeonato. Los demás tendremos que escoger entre...