La diferencia se nota en muchas cosas, pero ahora se volvió la máxima diferencia, la marcha del lunes pasado. Se marchó contra Petro y su terrible gobierno. Mucha gente se hizo presente en las calles de varias ciudades para mostrar su descontento por este gobierno que no ha encontrado el camino correcto para trabajar por el pueblo colombiano.
Una marcha pacífica, con aplausos para la policía, en lugar de atacarlos como Petro y su gente lo hacen contra la autoridad legítima. Una marcha sin saqueos a los negocios particulares, sin quebrar vitrinas y sacar mercancía, sin apedrear y quemar los CAI, que deben servir para protegernos y no de blanco para la turba petrista. Esa es una de las grandes diferencias.
Recordemos cuando Petro perdió la presidencia hace cuatro años, amenazó con salir a las calles de las principales ciudades para protestar por haber perdido y lo hizo con actos de violencia como está acostumbrado, esa ha sido su vida. Recordemos el asalto a la embajada de la República Dominicana, con muerto, como muestra de su mente perversa. Recordemos el robo de la espada de Bolívar y el asalto y saqueo al cantón norte en Bogotá, de donde se robaron las armas para combatir a los agentes del orden. Recordemos el acuerdo con Pablo Escobar para asaltar el Palacio de Justicia y quemar los archivos con los expedientes de los peores narcotraficantes, sus amigos, y así lo hicieron.
La diferencia está en la actitud. Ahora se hicieron marchas en las principales ciudades sin un solo acto de violencia, sin saqueos, sin ataques a los CAI, sin ataques a la fuerza pública, en plena calma, en orden y sin agresividad. Solo que la señora madre del presidente pagó los pecados de su hijo, por el apelativo que le dieron muchos manifestantes.
Confieso que me reconfortó ver un pueblo unido y defendiendo el futuro de la patria. Un pueblo que entiende la grave traición de quien se hizo elegir con postulados falsos, un pueblo que rechaza la deslealtad y que protesta ante el engaño. Mi deseo es que este acto le sirva al mandatario para que reflexione, rectifique y lleve al país por un mejor camino, por el sendero del progreso y no por la travesía del deterioro y de la entrega a doctrinas dañinas.
La marcha sirvió, también, para la crítica a la política desacertada de nuestro alcalde. Casi tres años de beneficios para sus amigos, pero tres años de freno al progreso de la ciudad. Las políticas semejantes de presidente y alcalde nos muestran la equivocación de un pueblo al votar por falsas promesas, imposibles de cumplir, pero atractivas para quienes votan por las mentiras de quienes se apoyan en la inocencia de un pueblo.
Que se den cuenta los mandatarios de que llegar al poder con falsedades es muy fácil, pero cumplir lo prometido se vuelve imposible si se quiere obrar de acuerdo con la Constitución y la ley.
La marcha contra Petro y la misma marcha contra Quintero muestran el descontento reinante y la necesidad de un cambio. Ahora sí, un verdadero cambio