Un amigo pintor me dijo una vez que como artista eludía las escenas horribles, es decir: cuerpos desmembrados por un accidente de tránsito, sesos regados en el asfalto por un disparo, cuerpos quemados que no saldaron una deuda y ardieron hasta dejar de gritar, cabezas mutiladas después de una masacre.
¿La razón? Esos instantes eran tan aterradores que cuando quería que la inspiración lo pillara trabajando, como decía Picasso, lo único que le llegaba a su mente eran esos fogonazos de sangre, con sus olores incluidos, que no lo dejaban pensar en otra cosa.
Mi amigo evitaba afectar su memoria con esas imágenes porque a pesar de que lo intentó, nunca pudo canalizar su sensibilidad de artista con ese dolor. La imagen del muerto, el desastre, el horror...