La tradición ha dicho que cualquier cosa que pasa en Colombia de esas de no-te-lo-puedo-creer, se explica asegurando que es resultado del Realismo Mágico, de la intervención del Sagrado Corazón de Jesús o de la malicia indígena. Esa es Colombia tierra querida, himno de fe y armonía y por más que pase lo que pase, en el ambiente siempre quedará ese sofisma de distracción que nos hemos creado con los años: ser el mejor país del mundo por más problemas que se tengan.
Sin embargo, desde hace unos dos o tal vez tres años, lo que pasa en Colombia, que se explicaba desde esa perspectiva casi anecdótica, ha comenzado a ser desplazada por otro montón de asuntos que ya toca explicarlos con otra expresión: la de la punta del iceberg.
No se requiere mucho...