Todos tenemos refugios, lugares a donde vamos a estar solos o a encontrarnos con otros mientras vemos por un rato la vida desde afuera. Y a veces llegamos a ellos porque ahí no hay peligro de estar vivo como dice la canción de Fito. En este tipo de sitios podemos ser plenamente humanos y naturales. Aquí no se necesitan poses ni escenarios porque la honestidad de corazón es lo que cuenta. Es una tarde de domingo y el viento agita los árboles que están a un costado de la calle. En esta esquina del barrio Conquistadores hay varios muros y mesas donde se sienta la gente. Al fondo hay un mostrador con estantes. Estamos en la Tienda de Javier, un lugar que lleva el nombre de su dueño y existe en este mismo punto desde hace 46 años. Los visitantes...