Facultad de Com. Social, 9° semestre javier.ayala@upb.edu.co
Por Javier Ayala Sepúlveda
Universidad Pontificia Bolivariana
Facultad de Com. Social, 9° semestre javier.ayala@upb.edu.co
En los últimos años ha comenzado a crecer en el mundo y en Colombia un clima de desconfianza e incertidumbre alrededor de la información. Se habla de infoxicación, conspiraciones, fake news. Un medio de comunicación necesita hacer dinero, también hay que cubrir gastos y saldar deudas como en casa. Lo anterior parece una insensatez cuando es un periodista quien lo dice, pero cuando hablamos de otro tipo de organizaciones, nadie lo cuestiona.
Parece haber en el ambiente un creciente pánico porque todos sienten que los algoritmos están determinando lo que deben y no deben saber. Arremeten sin piedad contra los medios de comunicación y los periodistas porque aseguran que desvían la atención de los asuntos importantes con noticias inanes, como la ropa de la primera dama o la vida de Nicky Jam.
En Colombia nunca ha existido la ciudadanía, pero sí los aduladores serviles, nunca una real preocupación por salir del letargo, y siempre por supuesto, la queja, la inconformidad y la amargura. Si existen en los medios distintas miradas a partir del mismo hecho, se debe en esencia a que la objetividad no solo no es rentable, sino que además dejó de ser un filtro suficiente para medir el impacto que tienen los hechos sobre la realidad y viceversa.
La verdad no es una sola, tampoco la realidad. Si uno cree que hay una sola verdad, va a aparecer siempre quién se la diga, y a eso se le llama caudillismo, vicio histórico. Los medios deben ser todos objetivos e imparciales, dicen, parece así, que preferirían entonces una sola emisora, un solo sitio web de noticias y un solo canal de televisión, algo así como un ministerio de la verdad, qué genio Orwell, donde todos hablemos igual y pensemos igual, donde no haya nada de qué preocuparse ni qué debatir, porque todo lo importante ha sido dicho.
Deberíamos preocuparnos más por lo que hacemos al respecto y cuestionar si de verdad estamos a la altura de las circunstancias o estamos haciendo siquiera el mínimo esfuerzo. Si queremos conocer la verdad tenemos que construirnos una. La verdad es mentira, y la mentira está infravalorada y estigmatizada, la realidad no tiene sentido si no se lo asignamos, por eso la ficción es una industria multimillonaria, porque todos queremos que nos muestren un mundo mejor, por lo menos soportable, como yo.
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