Por Olga Armas
El domingo pasado dormí solo un par de horas. Me desperté a eso de la una y media de la mañana, le di besos a mis tres hijas mientras dormían y cogí un bus hacia Washington. Miles de inmigrantes se iban a reunir en las escalas de la Corte Suprema. La Corte iba a escuchar argumentos para decidir si ratifican o no las acciones ejecutivas del presidente Obama en materia de inmigración.
Todos los que estábamos en el bus estábamos llenos de emoción, nerviosos y emocionados. ¿Quién no lo estaría? La Corte Suprema estaba decidiendo si podíamos estar seguros de que veremos crecer a nuestros hijos.
La orden del presidente, llamada Acción Diferida para Padres de Americanos y Residentes Permanentes a Legales nos permitiría solicitar permisos...