La experiencia que he tenido a lo largo de muchos años con el servicio de taxis de Medellín ha sido positiva en líneas generales. Sólo en casos muy excepcionales he identificado motivos de queja. Por lo regular me he encontrado con señores respetuosos y eficientes, así haya excepciones, como en todo. De ahí que apenas en contadas ocasiones haya acudido a la plataforma de Uber. Por supuesto que los señores taxistas de nuestra ciudad todavía están distantes de igualar a sus colegas de grandes capitales europeas como Madrid.
El ejemplo de los conductores de la capital española puede servirles de modelo por la cortesía, la eficiencia y el profesionalismo con que actúan, conscientes de que son, primero que todo, responsables de la prestación de un servicio público. Para un visitante de la Península no son muy notorias las diferencias entre los taxistas tradicionales y los de Uber. Unos y otros automóviles son confortables, andan a velocidad normal y se mantienen en excelentes condiciones técnicas. Las protestas que ha habido en ciudades europeas contra el Uber, como el cese de actividades reciente en Madrid y Barcelona, se deben sobre todo a la desventaja de los tradicionales frente a los nuevos en materias laborales, de seguros y regularización del servicio por las autoridades.
Lo ideal sería si en un futuro cercano se borraran diferencias entre un sistema y otro. Que Uber se formalice no sólo como plataforma informática sino como auténtica organización de transporte, con todas las de la ley y sin tantas ventajas. Y que las flotas y compañías de taxis asuman el reto de actualizarse mediante el uso de programas y aplicaciones comparables a las del sistema que ha causado tantos conflictos.
En los albores de la Cuarta Revolución Industrial, cuando ya se experimenta con carros automatizados, robotizados, aquí no tiene por qué eludirse ese marco de referencia. En todas las actividades humanas, la actualización, el acompasamiento con los desarrollos más avanzados para asegurar la permanencia con base en el buen servicio forman parte de la responsabilidad social. Ya hay empresas que han avanzado en la incorporación de novedosos recursos tecnológicos y en la mejor capacitación de los conductores.
En esas condiciones nada de raro será si en el mediano plazo Uber deja de ser novedad atractiva por la eficiencia y la calidad humana y técnica, cuando el tradicional y mejorable servicio público de taxis haya alcanzado sus propios estándares de excelencia, que le permitirán sostenerse en las calles de Medellín y demás ciudades. Para los usuarios es una garantía si la libre competencia se efectúa gracias a la diversidad de opciones representadas en innovación y demás beneficios que los pasajeros reconozcamos porque nos sintamos cómodos, seguros y bien tratados.