Por Jorge Alejandro Rivera J.
Cuando no sabía qué hacer con la oposición que le montaron los uribistas, Juan Manuel Santos dijo varias veces que cuando se retirara de la Presidencia no iba a meterse con el gobierno de sus sucesores, y que iba a seguir el ejemplo del expresidente Belisario Betancur.
Pues bien, la palabra de Santos nunca ha sido moneda de buena ley. Ya anda metiendo cizaña todos los días, para alegría de cierta prensa. Ahora está convocando a las juventudes para que salgan a las calles, cual Petro, para “exigir” el cumplimiento de los acuerdos (sus acuerdos) de paz. Es decir, que salgan a exigir una cosa distinta a los que las mayorías votamos en octubre de 2016 y en junio de 2018.
Además, no creo que Santos tenga ese objetivo. Su finalidad es saber cuánta gente puede sacar a la calle y medir cuál es su capital electoral, el que habrán de heredar pronto sus delfines. Cual flautista de Hamelin, con la melodía de la paz saca a los jóvenes a la calle y estos no saben que son objeto de mercadeo electoral.