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Por Jhon Bladimir Gutiérrez G.
U. Pontificia Bolivariana, Comunicación Social-Periodismo, 9° semestre.
jhon.gutierrez@upb.edu.co
Al inicio de mi carrera profesional, en el año 2015, leí “Soberbia”, una columna de Ana Cristina Restrepo, de 2013. Este texto es una defensa de la ciudad legitimada en el cuestionamiento, no para Medellín, sino para sus dirigentes; una denuncia del mal manejo. La inspiración en esta columna radica en que los temas tratados en esa ciudad enferma y soberbia que describe Ana Cristina en 2013 siguen así o peor, no se han superado del todo.
La planeación urbana y el uso del espacio público cada vez están más en decadencia, sin control, más hoy con la llegada de miles de venezolanos que encuentran en las ventas callejeras la manera de sobrevivir en la capital antioqueña.
El hambre y la miseria hace mucho que pasaron a ser paisaje aquí, ya no se ven algunos habitantes de calle por los separadores de las vías, hambrientos, sin horizonte. Ahora se camina entre ellos, se salta más que caminar para no lastimar a los cientos de hombres y mujeres que integran esta población de Medellín; cada uno tiene su esquina y tienden tapetes de indiferencia en cualquier acera del centro.
En esta eterna primavera todavía matan a los jóvenes, los desaparecen, los amenazan, los usan para cargar estupefacientes. Compitiendo con los precarios y excluyentes programas de educación está la carrera criminal, esa que les respira en la nuca a los muchachos de Medellín, prometiéndoles esta vida y la otra. Un cupo en un plantel educativo hoy no es garantía de acceso a la educación, menos en una ciudad donde muchos niños van a la escuela solo porque allí pueden probar siquiera una comida al día.
Al mirarnos en el espejo, como ciudad, seguimos solo viendo los grandes centros de innovación, las grandes construcciones, los premios pagados y la apuesta por la muy nombrada Cuarta Revolución Industrial. Hablamos del reflejo principal y no de esos destellos de precariedad y desigualdad que brillan con fuerza en las laderas de Medellín. Seguimos con la soberbia . n
*Taller de Opinión es un proyecto deEl Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opiniónjoven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidadese instituciones vinculadas con el proyecto.
