La historia de las ciudades, sus rasgos y personalidad está, en gran parte, marcada por sus intervenciones urbanas: el parque central en New York y su extensa red de metro, Parque Simón Bolívar, avenida El Dorado y Transmilenio en Bogotá, por citar unos ejemplos. Cada apuesta por un proyecto de infraestructura urbana arrastra consigo confrontaciones, intereses, visión, y profundas transformaciones para la vida de los ciudadanos.
El inventario de obras que han trazado la historia de Medellín despierta, como es normal, sentimientos, nostalgias y orgullos. Cada generación tiene un sentir sobre lo que estas obras significaron y representan para la ciudad: canalización del río Medellín, de quebradas como la Santa Elena, franjas industriales y viales paralelas, la avenida Oriental, demolición del centro histórico y, recientemente, Parques del Río.
El listado es generoso y coincidiríamos en que lo debería encabezar el Metro, tal vez la intervención urbana más trascendental de los últimos 50 años.
El exalcalde Alonso Salazar, conocedor, caminante y periodista, en un escrito aseguró: “Medellín es quizá la única ciudad que se ha destruido para hacerle un Metro”. Duro leer esa afirmación, pero necesaria. También indispensable preguntarnos cómo estaríamos sin este sistema: 1 millón de viajes día, 93% de los usuarios habitan viviendas de estrato 1, 2 o 3, estaciones y corredores de alimentación han despertado transformaciones económicas, urbanísticas y de oferta de servicios; además de un intangible superior: “Cultura Metro”.
Esa pertenencia, apropiación y cariño por el Metro significan también cuidarlo, garantizar su sostenibilidad, apego a su Plan Maestro – carta de expansión- y ver esto traducido en calidad de vida.
El Metro hoy es, además de vagones y vía férrea, seis cables, Tranvía de Ayacucho, Metroplús y alimentadores. Es un sistema vital, icono, columna vertebral de la movilidad, símbolo de unión y trazo de futuro.
El metro ligero de la 80, uno de los corredores viales más importantes de la ciudad, que irá de Caribe a Aguacatala, 13 km de recorrido y 17 estaciones será motivo de celebración. Requeriremos una activa vigilancia ciudadana, diálogo social amplio e incluyente, trabajo predial responsable y riguroso y una actuación pulcra frente a la administración de los recursos públicos: antes del aumento en las tasas de interés y devaluación actual, el proyecto presupuestó una inversión cercana a COP 3.5 billones, es probable que esos costos se incrementen. La plata de la ley de metros, que pone el gobierno nacional, se mantendrá en COP 2.4 billones, es decir, que si se presentan sobrecostos estos serán asumidos por los medellinenses.
La primera alerta, que elevaron medios de comunicación y sociedad civil, es por la presencia de un único consorcio chino oferente en la licitación, que además tiene dentro de su grupo a una firma constructora con líos por incumplimientos contractuales y demandas al Estado.
El metro ligero de la 80 es un proyecto de ciudad que transciende gobiernos de turno. Es un patrimonio que nos pertenece a los antioqueños y al país entero. Desde ya cuenta con el cariño y cuidado ciudadano*Presidente Ejecutiva de Proantioquia