Estamos inmersos en la crisis económica más profunda desde la Gran Depresión de 1929. La historia nos recuerda que tras ella vinieron varios cambios económicos y geopolíticos que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial, en un ambiente político de regímenes fuertes como los liderados por Churchill y Roosevelt, Hitler, Stalin, Mussolini y Franco, entre otros, algunos de ellos autocráticos. Es posible, como lo advierten algunos indicadores, que en los próximos años veamos creciente agitación de masas y clamores de cambio. Por ello, es saludable auspiciar el debate público, auscultar posibilidades y buscar oportunidades, para minimizar los riesgos y convertir la crisis en una gran oportunidad, con sentido social y realismo económico y político.
En las redes sociales en que interactuamos los militares en retiro se está haciendo viral la idea de formar un partido o movimiento político (que no es lo mismo), que busque defender los intereses nacionales, que son los mismos de nuestra sociedad, y los intereses particulares como gremio. Cualquiera puede advertir que ese es un proyecto de amplio espectro que debe hacer parte del mencionado debate público de la sociedad nacional.
Como principio básico se debe considerar que todos los colombianos tenemos derecho a constituir partidos y movimientos políticos (Estatuto básico, Ley 130 de 1994). También es saludable para la nación que las reservas de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional consoliden su unión, y como ciudadanos con plenos derechos se fortalezcan y amplíen su capacidad de impacto en las políticas públicas; lo cual resulta de especial relevancia en un ambiente caracterizado por la polarización, el predominio del interés particular sobre el social, el desprestigio creciente de la actividad política y el desgano de los votantes. Todo ello sugiere la existencia de espacios vacíos que deben ser llenados, ojalá por fuerzas comprometidas con el bien común y el cambio virtuoso.
El reto está en determinar el hacia dónde y cómo realizar ese propósito. Crear un partido político requiere un proceso complejo y exigente de planeamiento, coordinación, estructuración, movimiento de masas y financiación, en el marco de un modelo de nación deseable y posible, con objetivos parciales, estrategias, medios y logística. Ello conlleva la definición de la plataforma ideológica y de los modelos político, económico, social y ambiental que permitan la transición de lo criticado a lo deseado.
Adicionalmente, si se piensa con vocación de éxito, habría que establecer una posición sólida, argumentada y convincente sobre temas que hoy son prioritarios en el debate público, como son los proyectos de reformas laboral, educativa, pensional, tributaria, agraria, militar, de la justicia, de la salud y de gestión del Estado; además de aspectos que atañen directamente al estamento Fuerza Pública, como el derecho penal militar, el régimen pensional, el sistema de salud y el derecho al voto, entre otros.
¿Es este el camino? ¿Estamos en la actualidad los militares suficientemente preparados para ello? ¿O sería más factible y conducente pensar en otras opciones para lograr la necesaria unión y fortalecimiento de las reservas, antes de emprender un proyecto de tal magnitud?
En efecto, existen más opciones, probablemente más adecuadas, para lograr los objetivos estratégicos de fortalecer la unión, de impactar en la agenda de las políticas públicas y de ser actores fundamentales en los cambios que se avecinan. Ese será el tema de la próxima columna.