Por Alberto Velásquez M.
Al despedirse de Medellín, sede de la cumbre mundial de ciudades, el alcalde de Mazatlán, Méjico, dijo que “Sinaloa, al igual que Medellín, tiene el estigma de estado peligroso, pero ya no ocupa los primeros lugares en cuanto a inseguridad”.
Lástima que lo mismo que expresó el alcalde mejicano, no lo pueda replicar Fico sobre la capital de Antioquia. A pesar de sus esfuerzos por rebajar los altos índices de criminalidad, seguimos ocupando lugares que abochornan.
Estaba terminando el burgomaestre paisa con sus colegas internacionales su periplo en las alturas del Metrocable, y no había acabado de ponderar sus logros para destacar esta ciudad como la más innovadora del globo terráqueo, cuando el ministro de Defensa vino a estropearle la fiesta de despedida. Dio a conocer que Medellín encabezaba el escalafón de las grandes ciudades colombianas en donde más había aumentado el asesinato en lo que va corrido del año. Pesadamente cayó el telón de la narrativa rosa.
Si el primer semestre del año pasado los asesinatos en esta ciudad fueron del orden de 322 muertes violentas, en igual periodo de este año se cuentan 343, lo que significa un aumento de más del 6 %. Con el agravante, según el Secretario de seguridad de Medellín, de que en esta capital “se concentra el 43 % del total de los grupos delincuenciales organizados de todo el país”.
En Bogotá, en donde la popularidad del alcalde Peñalosa está por los suelos, lo que contrasta con los altos índices de aceptación de Federico en Medellín, las muertes violentas han disminuido si se comparan los dos primeros semestres de los años 2018 y 2019. Esa muertes violentas en Bogotá han caído en más de un 7 %. Y en Cali, en igual periodo, han rebajado en cerca del 9 %. En el Atlántico, con Barranquilla, en un 13 %. En el Eje Cafetero en más del 20 %. ¿Somos acaso la oveja negra del redil?
Sin estar propiamente reviviendo el cuento de Alicia en el país de las maravillas, sí se destaca el hecho de que aparezcan 460 municipios colombianos que, según el rubicundo ministro de Defensa, no reportan homicidios en lo que va transcurrido del año. Pero esta cifra no logra que el promedio nacional en el combate contra el crimen sea envidiable, porque tan solo un 3 % ha sido su caída en el territorio colombiano.
Hay además un punto que preocupa y desvela a las autoridades. Y es el crecimiento del consumo de drogas en la niñez y la juventud. Las sustancias psicoactivas están pulverizando la formación del nuevo ciudadano colombiano. Con la coca como combustible que seduce a los jóvenes, se refina el crimen y todos los delitos contra la vida, honra y bienes de la sociedad. Se están levantando ciudadanos de tercera, con inclinaciones al delito y al crimen.
Así que estas cifras le pudieron amargar a Federico la alegre romería de alcaldes que vino a Medellín. No merecía que en plenos festejos, el ministro de Defensa apareciera vestido de diablo. Inoportuno que es él.