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Nuestro dilema social: ¿qué es humano?

Por Lina María Múnera Gutiérrez

muneralina@gmail.com

Por Lina María Múnera Gutiérrez

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El nuevo documental del director Jeff Orlowski, titulado The Social Dilemma y emitido paradójicamente por la gigantesca plataforma de Netflix, puede ser calificada por algunos como una apología del alarmismo tecnológico y sin embargo es imposible restarles importancia a las graves denuncias que presentan múltiples creadores y dirigentes de empresas tan poderosas como Facebook, Google, Insatagram, You Tube o Twitter. Lo que se narra aquí, a través de distintos testimonios de personas que vienen de las entrañas mismas de estos negocios, es que las plataformas digitales crean divisiones, explotan inseguridades y ponen en riesgo la salud, porque sacan lo peor de la sociedad: alienación, soledad, polarización, inestabilidad, odio, acoso y falta de privacidad.

Según el reportaje, las redes sociales nos dan dopamina porque tenemos la necesidad de conectarnos con otras personas. Esto es aprovechado para su negocio, que consiste en hacer que la gente pase la mayor cantidad de tiempo posible en las redes mediante modelos que predicen nuestras acciones y que usan diseños persuasivos que enganchan. Ejemplo perfecto: el famoso botón de “like” que crea un falso sentido de valoración e identidad. La ganancia de estas empresas no está en la venta de datos que ya tienen (por cierto, una cantidad sin precedentes en la historia de la humanidad) sino en ofrecer un producto al que pueden cambiar de manera gradual, sutil e imperceptible en su propio comportamiento y percepción. ¿Cuál es ese producto? La respuesta la da Tristan Harris, un diseñador ético exGoogle que intenta crear conciencia desde el 2013: “Si no pagas por el producto, entonces tú eres el producto”.

Está claro que las redes no son la causa única de los males del hombre contemporáneo o de la formación de las nuevas generaciones. Hay problemas de fondo que contribuyen al tribalismo que nos invade y a la incapacidad para centrarnos en los problemas reales. También hay que reconocer que en muchas ocasiones esas plataformas han permitido ampliar el sentido de colaboración, apertura y libertad que las sociedades que conforman las múltiples culturas alrededor del mundo necesitan. Sin embargo, el modelo de negocio que manejan es dañino y no está regido por leyes claras que prioricen al ser humano por encima de todo. Sólo la velocidad apabullante a la que ha crecido el procesamiento de datos debería ser una señal de alarma. Según el documental, entre 1960 y 2020 su crecimiento ha sido de 100 billones de veces, mientras que nuestro cerebro, nada.

El documental empieza con una cita de Sófocles que más de 20 siglos después sigue teniendo vigencia e invita a la reflexión: “Nada grandioso entra en la vida de los mortales sin una maldición”.

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