viernes
7 y 9
7 y 9
Querido Gabriel,
Estábamos compartiendo historias al final del día. Un hombre narraba lo que pasa más allá de nuestras fronteras, cual juglar, mezclando realidad con leyenda, nos hablaba de plagas, de miles de muertos y hambrunas. Escuchamos en silencio, apenas sí se sentía algún suspiro. Una mujer recordó que esto mismo pasó ya una vez, a nuestros abuelos; que muchos murieron y otros lograron vencer la peste, que todo pasa. Alguien cambió el tema, contó de la caza del día y que las dantas vinieron solas. De pronto, un joven guerrero, se paró frente al fuego y anunció: “Me voy, quiero viajar como nuestros ancestros, ir al mundo para encontrarme. Tengo que saber qué hay más allá de las montañas”. Un externo que nos hubiera observado con atención diría que compartimos memoria, ritos que son solo nuestros y mitos que nos unen más fuertemente que la sangre misma.
Pudo ocurrir hace 6000 años, pero fue última reunión semanal de mi tribu moderna, la organización en la que vivo y gozo. La plaga es real y todos los días nos preparamos para superarla. La caza del día ha cambiado, son ideas, proyectos, cosas que inventamos, ahora perseguimos sueños y hacerlos realidad nos alimenta. También compartimos mitos fabulosos, rituales, momentos de encuentro y de celebración de los logros, los cambios y los tiempos. Tenemos símbolos, un lenguaje propio y lo que otros llaman marca que para nosotros es arte que nos representa y nos une. Tenemos héroes, como este hombre que algún día hará su propia tribu, pero siempre será un miembro de la nuestra, porque compartimos peripecias y cultura.
¿Conversamos de empresas y de tribus? La semana pasada conocí al franco-argentino Fernando Schwarz gracias a Nueva Acrópolis. Hablamos de antropología empresarial. Nos contó acerca de las organizaciones como tribus modernas, como seres vivos. “Agentes económicos, sociales, culturales dignos de identidad y de personalidad”. Sentí un temblor de emoción cuando nos hablaba del fin de la empresa tayloriana, lineal y cuantitativa del siglo XIX. Fernando propone tribus empresariales basadas en el humanismo, la creatividad, la intuición y la imaginación, un “campo privilegiado de la socializacion de los valores a venir”.
Mi tribu, por ejemplo, tiene brujos sanadores, chamanes que siempren tiene una respuesta tipo Yoda, cazadores de ideales, agricultores que conocen los misterios del clima, músicos que sacuden nuestro corazón de cuando en cuando y pintores que tienden puentes entre la pesada realidad y nuestra alma inmortal. Hay granjeros y cocineros, profesores y navegantes. Mi tribu es más que mi familia. Me hace sentir que pertenezco, me anima cuando flaqueo y me acoge cuando enfermo. Mi tribu es mi empresa, cuando alguien llega lo celebramos; cuando se va, lo despedimos con algo de dolor y mucho amor. Mi tribu evoluciona, crece, no quiere dominar, tampoco se deja avasallar, se adapta rápido porque quiere durar siglos; su intención es inspirar, sus ideales son modernos, su potencia es antigua, atemporal su espíritu.
Quizá cada vez más líderes empresariales comprendan que somos comunidad, tribus con sueños individuales y colectivos, que la mejor estrategia es la que funciona y que para funcionar debe ser bella, irradiar propósito. “No se necesita un propósito para que una empresa dé dinero y crezca”, leí hace poco. Si eso fuera el éxito, tal vez sería cierto. Pero cuando el éxito se mide por la huella que dejamos en otros es otra cosa. Se vuelven esenciales los ritos, los símbolos, las historias que nos unen, las búsquedas colectivas, la ética, las emociones, la naturaleza y la filosofía.
*Director de Comfama.
