He sido un buen aficionado al fútbol. En mi juventud fui un asiduo asistente al estadio y allí vi después de los años 60, muchos de los que se denominaban partidos amistosos, que por estos lares, sobre todo a principios de año, nos permitían apreciar a los grandes equipos suramericanos que llegaban a golear a nuestros elementales oncenos locales. Dentro de ellos venía el Santos y era compromiso contractual que alinearan a Pelé y a un porcentaje de sus rutilantes estrellas. Este tipo de contiendas le ayudó a Pelé a acumular 1.200 goles, un número nunca alcanzado por otro jugador.
La televisión en sus múltiples programas históricos de fútbol, nos ha mostrado documentales con las gestas de los más importantes jugadores del pasado en los diferentes torneos internacionales y, dentro de ellos, hemos visto lógicamente a Pelé infinidad de veces y pudimos aquilatar su inigualable calidad y condiciones excepcionales.
No me voy a detener en los números de su campaña deportiva, ni en los triunfos que con sus equipos consiguió (Santos, Selección Brasileña y un poco con el Cosmos), solo diré que únicamente vistió esas camisetas y encumbró el número 10 con ellas. Quizás en sus tiempos no había tantos torneos como los hay hoy, ni la televisión estaba tan pendiente de transmitirnos lo que sucedía en el día a día del mundo futbolero; solo en los noticieros algo se veía, el resto nos lo contaban la prensa y los programas radiales .
Hoy, maravillosos jugadores integran las plantillas de los poderosos equipos, especialmente europeos, manejando unas cifras astronómicas en su remuneración, y la fanaticada mundial se reparte en sus calificaciones para hacer el pódium de ellos.
Que si Messi, actual campeón del mundo, único título que le era esquivo; o que si Cristiano Ronaldo y sus dotes atléticas con las que llegó a la cumbre del escalafón en su momento. También se podría incluir en esa lista de oro a otros excepcionales jugadores, aun cuando algunos ya no estén activos; y ahora se proyecta al francés Mbappé para competir en el futuro con el registro histórico de los actuales.
Pelé nunca obtuvo la retribución de esos héroes, ni fue la figura mediática que nos muestra la pantalla hoy, pero me atrevo a hacer una comparación de sus virtudes frente a sus colegas e invito a los lectores a mirar los documentos históricos que lo muestran en su plenitud.
Para mi gusto, “ La Perla Negra” tenía la habilidad y velocidad de Messi al entrar al área y la puntería en sus tiros libres, pero con sus dos piernas, la precisión y fuerza en el disparo de CR7 con ambas extremidades y su enorme salto para el cabezazo, la rapidez con destreza de Maradona, la facilidad goleadora del Gordo Ronaldo, la gambeta de Garrincha, el acompañamiento de Di Stéfano, y un larco etcétera, pero el espacio no permite seguir su exaltación con más comparaciones .
Por todo esto PELÉ, así con mayúsculas, es el O Rei indiscutible. Solo la vigencia inmediatista de los de hoy nos distrae de su real valoración