La desigualdad en Colombia ha sido titular en los medios de comunicación y razón de manifestaciones de protesta social. Sin embargo, la crisis a raíz del covid-19 ha evidenciado la falta de una reforma que incluya políticas sociales encaminadas a una sociedad igualitaria.
La problemática de la desigualdad no se agota en una falta de entusiasmo político por promover su eliminación. Hemos convivido tanto con ella que se ha convertido en parte del panorama e incluso ha sido considerada una oportunidad. Unos datos tomados de la Encuesta Mundial de Valores (2014) prueban lo anterior al revelar que el 32,9 % de los colombianos creen que la desigualdad genera esfuerzo y desarrollo personal.
Las cifras de pobreza multidimensional presentadas por el Dane en el 2018 muestran un porcentaje del 19,6 % a nivel nacional y una situación más alarmante en los departamentos como Guainía con un indicador del 65 %, La Guajira con 51,4 % y Chocó con el 45,1 %. Así que, ¿será posible superar los índices de desigualdad y pobreza con las “ganas de salir adelante”?
La desigualdad siembra la semilla de la desconfianza en las medidas tomadas por parte del gobierno y genera inestabilidad política. En el marco de una pandemia, la desigualdad va más allá de la insatisfacción con las instituciones estatales. Seamos honestos, la consecuencia de morir por coronavirus o de hambre por falta de ingresos es la misma, con la diferencia de que la segunda podía ser evitada.
Las dificultades no se reducen a la falta de ingresos. Es necesario analizar otros aspectos como la cobertura de los servicios básicos: ¿cómo pretendemos que el lavado de las manos sea obligatorio cuando una parte de la población no tiene acceso al servicio de agua?, ¿de qué manera se le pide aislarse a unos individuos cuyo sustento son los ingresos diarios del trabajo informal?, ¿es posible considerar la desigualdad como generadora de desarrollo personal, cuando las personas en dichas condiciones solo están pensando en su supervivencia?
La realidad evidencia que la desigualdad no crea desarrollo personal, por el contrario, minimiza las oportunidades, genera inestabilidad política y afecta las condiciones de vida. La desigualdad y el desarrollo solo pueden ir en la misma oración si se afirma que la lucha contra la desigualdad es primordial para el desarrollo personal. Nadie piensa en desarrollarse si no tiene certeza de que podrá consumir alimentos o tendrá un techo al día siguiente.
