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COP26 ha sido una de las conferencias más importantes del año para que representantes de países, el sector privado y la ciudadanía se reúnan para discutir y acelerar el cumplimiento de los objetivos del acuerdo de París. Entre otras cosas, la conferencia se ha centrado en definir ambiciosos objetivos colectivos de reducción de emisiones para 2030 y promover la protección y reconstrucción de comunidades y hábitats naturales. En el marco de COP26, más de 100 países anunciaron una alianza global para reducir las emisiones del metano a 2030 en un 30 %, uno de los gases de efecto invernadero más nocivos (algunos estudios mencionan que puede ser hasta 25 veces más dañino que el dióxido de carbono).
Habiendo visto esta noticia, recordé un artículo de estos días del Times, “La vaca que podría alimentar al planeta”. En esta pieza, se discutieron diferentes aspectos del potencial de la carne vacuna producida en laboratorio (y otras alternativas de carne), debido al impacto que la industria ganadera, particularmente vacuna, tiene sobre las emisiones globales anuales de gases de efecto invernadero, siendo responsable por el 5,8 % (hasta el 14,5 %, si se incluyen la producción, el procesamiento y el transporte; fuente: ONU FAO). Ya para no hablar de que reducir el consumo de carne vacuna podría evitar matar un porcentaje importante de los 300 millones de animales que mueren todos los años. Esta industria tiene un valor de 400 mil millones de dólares al año y, naturalmente, se siente amenazada por estos nuevos productos, posiblemente impactando puestos de trabajo (800 mil solo en EE. UU.), inversiones, empresas, etc.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la producción de carne vacuna en laboratorio tiene varios retos por delante. La tecnología todavía se encuentra en la fase de ajustes para encontrar una solución más asequible para la producción a escala y así lograr un costo competitivo. De hecho, proyecciones recientes sugieren que la carne producida en laboratorio podría representar apenas el 0,5 % (25 mil millones de dólares) del mercado total en 2030. Por otro lado, se han visto inversiones importantes de capital de emprendimiento en start-ups de esta nueva industria: 1,2 mil millones de dólares en 2020 y poco más de 900 millones de dólares en 2021 (fuente: Crunchbase). Esto, combinado con la creciente conciencia de los consumidores sobre la necesidad de cambiar la forma en que vivimos para proteger y recuperar nuestro planeta, muestra que existe una oportunidad de negocio e impacto. América Latina representa el 23 % de la carne vacuna (con un poco más del 13 % de la población mundial). Hay, por lo tanto, una oportunidad interesante para desarrollar un ecosistema que permita explorar la producción de alternativas y el crecimiento en el mercado. Desde la innovación, generación de incentivos, ambiente regulatorio y, por qué no, la articulación de diferentes estrategias que permitan a la industria actual de carne vacuna sumarse a este escenario. Como casi siempre, la respuesta a estos retos de mercado seguramente se solucionará con nuevos entrantes y la adaptación de los incumbientes a una nueva realidad, generando oportunidades desde las amenazas
