En Colombia se ha prohibido el uso del glifosato con base en opiniones personales y por compromisos con las Farc. Desde cuando se firmó el funesto acuerdo con este grupo guerrillero y después de desconocer la opinión del pueblo en el plebiscito, se dejó de asperjar con ese producto usado en todo el mundo y en Colombia, sin que fuera dañino para la salud del pueblo hasta ese momento.
En un estudio ordenado por la Unión Europea, tan serio que tiene cientos de páginas, creo que no se les quedó detalle para estudiar, se concluyó que este producto químico no tiene efectos dañinos para la salud de los humanos.
El grupo que hizo la evaluación sobre glifosato (AGG), con la participación de autoridades independientes de los Países Bajos, Francia, Hungría y Suecia, dice en su documento que “no existe justificación para clasificar como cancerígeno a este herbicida”. Agrega que “la clasificación del Glifosato con respecto a la carcinogenicidad no está justificada”.
En Colombia, ese producto se ha empleado y se emplea en infinidad de cultivos: en el banano y el plátano, en el arroz, el algodón, etc, sin que haya restricción alguna porque, a lo largo de la historia, nunca se ha presentado daño alguno para la salud humana. Sólo apareció ese inconveniente cuando se usaba para los cultivos ilícitos y para los que se han lucrado de esa clase de cultivos y, en mala hora, se firmó un acuerdo de paz para darles todo lo que pedían los grupos subversivos. Sin duda alguna, la cocaína sí causa mayores daños en la salud de los usuarios, mayores que lo que, aparentemente, produciría el glifosato, pero Juanpa –como le gusta que le digamos– aceptó esa teoría, así como aceptó todo lo que las Farc le proponían.
Ya, con los estudios de la comunidad europea, esperamos que se vuelva a emplear el químico y no permitir que se sigan enriqueciendo algunos colombianos, entre ellos las llamadas disidencias de las Farc, envenenando la juventud del mundo.
Esperamos que se les dé más credibilidad a unos estudios serios de países europeos, que a la opinión de unos pocos colombianos amigos de darles todas las oportunidades de enriquecerse a quienes han mantenido la violencia en Colombia.
Es claro que, después de firmar los llamados acuerdos de paz, la producción y exportación de cocaína ha aumentado, igual que el enriquecimiento de los grupos subversivos. Esperamos que el Gobierno siga actuando con la fortaleza que le da el convencimiento de que está obrando bien contra las actuaciones de los grupos por fuera de la ley y que no haya flexibilidades por aceptar unos argumentos falsos como se ha probado.
Los que defienden las actuaciones de esos grupos y los llamados acuerdos de paz, negados en un plebiscito, tienen que aceptar ahora lo encontrado en un estudio serio, hecho por grupos de países neutrales y de un reconocido profesionalismo y no seguir defendiendo las opiniones de unos mamertos comprometidos