La recién estrenada película de Cristina Gallego y Ciro Guerra es un manifiesto sobre el mito. Ocurre en el mismo territorio de donde mana el aliento legendario de García Márquez, La Guajira. Úrsula es el nombre de la mama grande en estas dos obras inaugurales de la entraña rural colombiana.
Hay una diferencia de tono. “Cien años de soledad” está anclada de principio a fin en la maravilla y el humor como néctares inherentes a la cotidianeidad. “Pájaros de verano” se enmarca en arias declamatorias de un profeta anciano. Y se divide en cinco Cantos, a la manera de la Ilíada o la Biblia.
Los codirectores quieren proclamar algo, sentar un dictamen trascendental. El desierto con su rigor y extremos, les ayuda a sentar una patente conminatoria.
En días...