Contrario a lo sostenido por Petro, la economía que recibe marcha por muy buen camino. Para el primer semestre el crecimiento fue de 10,6 %. Nuestra economía crece más del doble que el promedio global.
Este comportamiento excepcional tiene tres explicaciones principales: por un lado, el consumo de los hogares; por el otro, la inversión 19,7 %, en marzo; finalmente, los buenos precios del petróleo y el carbón, las exportaciones más importantes del país.
El déficit fiscal de este año será de 5,6 % del PIB y la deuda del gobierno nacional será del 56,5 %, 10,5 puntos por debajo de lo que se proyectaba hace un año.
No todo son mieles. La inflación es el peor nubarrón. A junio fue 9,67 %, el máximo histórico en 22 años. Sin embargo, aunque hay factores locales, como el impacto de los bloqueos, aquí sí estamos frente a un fenómeno global.
Para atajarla, el Banco de la República está aumentando la tasa de interés de manera acelerada y ya llega al 9 %. La consecuencia será el encarecimiento del crédito. Y entre eso y el impacto de la inflación se afectará el consumo de los hogares.
Ese es el panorama que encuentran Petro y Ocampo. Lo malo es que las decisiones y mensajes que están enviando impactarán de manera muy negativa la economía.
Castigan, por un lado, la inversión nacional e internacional; por el otro, el sector extractivo, en especial el petróleo y el carbón. Es decir, le pegan a los otros dos motores principales económicos, fuera del gasto de los hogares.
El mensaje de Petro y su ignorante ministra de Minas ha sido el del marchitamiento paulatino del sector petrolero y carbonero. Una insensatez desde donde se le mire. No aprovecha la bonanza de precios, va en contravía de la tendencia global de mayor consumo, asegura que perdamos la autosuficiencia energética y castiga de manera severa la principal fuente de ingresos en moneda extranjera y los mayores aportantes de ingresos fiscales del Estado.
A su vez, la anunciada reforma tributaria se cierne como una tormenta sobre la economía. De ser aprobada como se presentó, frenará de manera brutal el crecimiento de la economía y la generación de empleo, castigará severamente a los hogares más pobres y a los 480 mil tenderos del país, vía el incremento de precios de alimentos azucarados y ultraprocesados y de los impuestos a los plásticos; el ahorro de los hogares y la inversión, por la doble tributación y los impuestos a los dividendos y al patrimonio; y al sector minero energético, con los impuestos extraordinarios a las exportaciones de petróleo, oro y carbón y el impedir la deducción de las regalías .