A la hora de honrar a algunas personas los más desconfiados solo mostraban benignidad con los muertos. En estos tiempos en los cuales el pasado tiene más variantes que el presente esa maniobra sirve de poco. La parálisis de los encomios se agrava cuando pensamos que las personas ejemplares lo deben ser en todo campo y acción: una visión idealista que no funciona en ningún caso. La perfección humana no existe, ese es el fundamento de la visión cristiana del mundo y también el de la ilustración liberal. Así que honremos a los vivos por méritos que convivirán con sus errores por conocer o por venir. Con este preámbulo paso a destacar algunos de los personajes del año.
Caterine Ibargüen encarna uno de los casos más representativos de la subvaloración...