viernes
7 y 9
7 y 9
Habitante de calle es la forma de nombrar a las personas que por cualquier circunstancia de la vida rompieron los vínculos afectivos y físicos que les permitían compartir una familia, una casa, un grupo humano de apoyo y no tuvieron más alternativa que la calle. Las razones pueden ser muchas: violencia intrafamiliar, adicciones, migración, abandono, desplazamiento forzado intraurbano, pobreza, hambre, problemas de salud mental y consecuencias de la pandemia que se siguen acrecentando. Se calcula que hoy en Medellín hay más o menos 8.000 personas en esta situación.
Es doloroso y desalentador caminar la ciudad de día y de noche y ver cómo están. Hay habitantes de calle por todas partes, dormidos en bancas, aceras, vías principales, comiendo desperdicios de las bolsas de basura sin recoger – que ya es habitual en toda la ciudad – enfermos, con frío, con las ratas pasándoles por los pies, pidiendo plata y con la mirada perdida en un vacío oscuro y profundo como lo está su existencia.
Nadie llega a la calle porque quiere. La calle es consecuencia de una sociedad rota y maltrecha, que está invirtiendo prioridades y deshumanizando los seres hasta llegar a la total indiferencia. Esto nos tiene que decir algo como humanidad, algo que estamos haciendo muy mal y de muchas maneras con la infancia, la adolescencia, los adultos mayores, los habitantes de calle. Con las personas más vulnerables producto de una sociedad desordenada y consumista. Es impresionante pasar por su lado y que esta situación no nos diga nada. Más aun cuando nadie está eximido de padecer alguna circunstancia que nos lleve ahí.
Tristemente esta situación es una muestra de todo lo que nos está pasando como sociedad. Y se hace más grave en un desgobierno como el de Quintero Calle que ha desfortalecido procesos sociales que en pasadas administraciones los protegían y los llevaban en la mayoría de los casos, a dejar la calle para incluirlos en programas de estudio y trabajo, mejorando indiscutiblemente su vida.
Hay que recuperar la política pública y avanzar en todo el programa de habitantes de calle que ha tenido la ciudad de Medellín durante décadas, y también los proyectos interinstitucionales que se tenían con organizaciones sociales, empresarios, académicos y pastoral social.
Debemos volver a implementar las estrategias de prevención y acompañamiento desde cada barrio, comuna y corregimiento, motivarlos desde las primeras horas de la mañana para que asistan a las granjas productivas, avancen en sus competencias, se vayan deshabituando del consumo de drogas que tiene la mayoría, y restablezcan vínculos con sus familias y sus amigos. También para que puedan acceder al autocuidado y al tratamiento médico y psicológico que les permita poco a poco reconstruir su proyecto de vida.
“no te asustes si tengo mal aliento
o si me ves sin camisa con las tetillas al viento
yo soy un elemento más del paisaje
los residuos de la calle son mi camuflaje
como algo que no existe
que parece de mentira
algo sin vida pero que respira”
calle 13
