Por MICHAEL R. BLOOMBERG Y MATT MYERS
Cualquier adulto sabe que si quiere conseguir la atención de un niño, no hay tentación como los dulces.
Esta moneda de la juventud se ha convertido en el arma predilecta de las compañías de tabaco. Están haciendo enormes inversiones en los cigarrillos electrónicos repletos de nicotina y vendiéndolos en un arcoíris de sabores dulces y frutales como algodón de azúcar, gummy bear, mango y menta. Están convirtiendo a millones de jóvenes en clientes adictos, a la vez que insisten que no están dirigiendo su producto a los niños.
Pero conocemos el libro de juego de Gran Tabaco. Esto lo hemos visto antes. Es dirigirse a los niños -y ponerlos en serio peligro.
Funcionarios federales de salud anunciaron el viernes que el vapeo podría ser la causa de al menos 450 posibles casos de enfermedad pulmonar grave, con cinco muertes confirmadas, en 33 estados. Muchas de las personas afectadas son adolescentes. Y el lunes, la Administración de Drogas y Alimentos dijo que Juul, la compañía líder de cigarrillos electrónicos, ha violado regulaciones federales al promover sus productos de tabaco como más saludables que los cigarrillos tradicionales.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades dicen que las personas que usan cigarrillos electrónicos deberían considerar dejar de usarlos y que los niños no deberían usar cigarrillos electrónicos en absoluto. Sin embargo, el número de usuarios jóvenes es discordante. Uno de cada cinco estudiantes de secundaria usó cigarrillos electrónicos en 2018, un aumento del 78 por ciento con respecto a 2017. El consumo de cigarrillos electrónicos aumentó casi un 50 por ciento entre los estudiantes de secundaria en el mismo período. Más de tres millones y medio de niños estadounidenses ahora usan cigarrillos electrónicos, y el 97 por ciento de los usuarios de 12 a 17 años eligen productos con sabor.
Esta es una crisis de salud urgente, y las compañías tabacaleras están detrás de ella. Son actores importantes en el mercado de cigarrillos electrónicos, incluida Altria, el gigante del tabaco y empresa matriz de Marlboro, que pagó aproximadamente US$ 13 mil millones por una participación en Juul. Para aquellos de nosotros en la primera línea de la lucha contra el consumo de tabaco, las tácticas que las compañías están empleando para vender cigarrillos electrónicos (saborizantes, declaraciones de propiedades saludables infundadas y la contratación de celebridades promotoras) son demasiado familiares. Son las mismas estrategias que las compañías tabacaleras han usado durante mucho tiempo para que los niños prueben cigarrillos.
Aún hay mucho que desconocemos sobre la conexión entre la enfermedad pulmonar y el vapeo. Pero sí sabemos que una cápsula de Juul contiene tanta nicotina como un paquete completo de cigarrillos, y que la nicotina daña el desarrollo del cerebro.
Aún peor, estudios muestran que los niños que usan cigarrillos electrónicos son más propensos a usar verdaderos cigarrillos. Las empresas de cigarrillos electrónicos insisten que su meta es ayudar a que las personas dejen de fumar. Pero los niños no empiezan a usar cápsulas con sabor a algodón de azúcar para los Juul para dejar el vicio del cigarrillo. Con mucha más frecuencia, los cigarrillos electrónicos llevan a los niños directamente a la adicción a la nicotina.
Prohibir los cigarrillos electrónicos de sabor es lo más importante que podemos hacer para reducir el uso entre los jóvenes.
Estos son pasos importantes, pero tenemos que actuar con mayor fuerza y rapidez, empezando con una prohibición nacional de cigarrillos electrónicos saborizados. Cada día que pasa permite que más niños se enreden en la red de Gran Tabaco.
Estados Unidos ha ayudado a liderar el camino para reducir el consumo de tabaco. Podemos hacer lo mismo con los cigarrillos electrónicos. Pero debemos abordar esta epidemia con la urgencia y el compromiso que requiere.
La industria tabacalera sabe cómo agotar el tiempo, cómo engañar, cómo atraer a los jóvenes y cómo endulzar sus productos, comercialización y métodos.
No estamos convencidos, y tampoco debemos dejar que los niños de Estados Unidos se engañen para convencerlos.