El ranquin de innovación fue creado por la Andi en el año 2017 para resaltar a las empresas que invertían en investigación, desarrollo tecnológico e innovación, pero también a las que eran más efectivas consolidando productos innovadores en el mercado. Esta iniciativa ha pretendido visibilizar los esfuerzos y constancia de cientos de empresas, las cuales buscan mantenerse y crecer en diferentes mercados y, a la vez, seguir generando empleo.
El ranquin evalúa tres variables. Condiciones, que mide la estrategia, la estructura y la cultura hacia la innovación. Capacidades, que incluye la inversión, el cómo se relaciona con el ecosistema y la generación de propiedad intelectual. Y resultados en productos, servicios y procesos innovadores concretos, capacidad de generar spin offs, número de empleos por innovación, volumen de ventas y ahorros.
En el ranquin de este año el 69 % de las empresas fueron medianas y grandes y solo el 31 %, pequeñas, representando en ingresos el 43 % del PIB colombiano, según datos de la Andi. La realidad es que la mitad de las empresas que hoy se miden están principalmente en Bogotá y Antioquia, seguidas por Valle del Cauca y Santander.
Este año se incluyó la variable de propósito de la innovación, donde el 14,33 % de las empresas manifestaron que utilizaban la innovación para contribuir más a la sociedad y al medio ambiente, alineadas con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Esfuerzo que debemos celebrar en un mundo que reclama más empresas alineadas con el capitalismo consciente.
Sin lugar a dudas, un aspecto que no puede pasar desapercibido es que hoy más del 50 % de las empresas financian sus actividades de ciencia, tecnología e innovación (CTi) con recursos propios, factor que sigue en aumento, incluso un 10 % adicional lo hacen con deuda, todo lo cual nos acerca a la ecuación que, siempre se ha considerado, es la ideal: 70 % de recursos privados y 30 % de públicos, que es la costumbre en los países desarrollados.
La buena noticia es que se continúa validando la tesis de que la inversión en innovación, definitivamente, es muy rentable: para el caso de Antioquia, por cada peso invertido se reflejaron 2,7 veces más de ventas y, gracias a que la innovación suma a mayores ventas, se lograron generar más de 9.500 empleos.
Hay un factor que no podemos dejar de lado: hay 36 empresas que ya cuentan con fondo de capital de riesgo y que invirtieron en alrededor de 300 start ups, esto no es un tema menor y, por el contrario, señala que el ecosistema de CTi sigue madurando y demuestra que el relacionamiento Universidad-Empresa-Estado, al igual que con start ups, sigue vivo a pesar de las dificultades de la pandemia.
De las cinco primeras empresas de 2021, tres son antioqueñas: Grupo Nutresa, Corona Industrial y Grupo Familia y la número uno fue la barranquillera Procaps. Entre las pequeñas empresas logramos dos cupos en las cinco primeras, ellas fueron: Ambiente Soluciones y Bialtec.
Este ranquin, al igual que el Pacto por la Innovación en Medellín, ha contribuido a lograr más dinamismo y compromiso por la innovación en Antioquia. Qué bueno sería que en Ruta N no dejen morir todos los programas y seguimientos del pacto y se entienda que son estrategias que, sin la consistencia del largo plazo, difícilmente lograrán los impactos esperados