Por Manuela Villegas Agudelo
Desde el 2016 han migrado a Colombia más de 1,7 millones de venezolanos buscando refugio y huyendo de la situación de su país. Esta situación se puede analizar desde dos puntos de vista. Primero, el humanitario, en el cual se debe entender la necesidad de estas personas, que migran no por gusto sino en busca de oportunidades y una situación de vida digna que no ofrece su país de origen. Estas personas en medio de su desesperación ven a Colombia como una oportunidad para mejorar su situación de la cual no son responsables, por esto el pueblo colombiano debería solidarizarse con quienes necesitan ayuda para detener la vulneración de sus derechos humanos.
Segundo, están las consecuencias negativas que esta situación ha traído a Colombia, como se ha evidenciado recientemente con hechos de inseguridad y violencia en el país, además del desempleo que ha crecido considerablemente con la entrada de esta población al país. No obstante, la decisión del actual gobierno de regularizar la situación de la población migrante venezolana es necesaria, debido a que se cumple un acto humanitario y porque al regularizarlos, se tiene un mejor control de la población y estas personas podrán hacer valer sus derechos.