La imagen no puede ser más bella y resulta inolvidable, caminamos por la terraza del Claustro de San Ignacio, los elementos que rematan este y los demás edificios vecinos nos observan cómo presencias mudas de un pasado del que esta ciudad en tantas ocasiones niega su existencia, al fondo el edificio Coltejer, más allá las montañas, mi celular registra la escena, caminamos por esa cubierta descubriendo intervenciones, desde esa azotea, somos testigos privilegiados del movimiento de la plazuela, que como un damero desarrolla su febril actividad a nuestros pies. El registro del instante llega a mis redes sociales, desde cualquier lugar del mundo alguien comenta lo evidente, somos una ciudad llena de lugares hermosos imposibles de conocer, nos hemos...
