Luego de mucho tiempo, pude visitar a mi hermana que vive en un supuestamente “pequeño pueblo” de Cataluña llamado Caldes de Malavella, de poco más de 7.000 habitantes.
En el Paleolítico ya era sitio de paso de cazadores y luego los romanos, que sabían como nadie a donde se la pasaba bien, bautizaron el pueblo como “Aquae Calidade” y construyeron unas termas aprovechando las propiedades curativas de sus aguas. En el siglo XIX, Caldes se convertiría en balneario predilecto de familias adineradas de Barcelona, que como los antiguos romanos también saben cómo se vive la vida.
Pero el pasado no sirve de nada si no se aprovecha para mejorar el presente y construir el futuro, no importa si se es pequeño. Hacer las cosas bien no tiene nada que ver con...