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Soy hijo de inmigrantes, no abandono al partido republicano

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Por Diego Cifuentes

Me atrajo el partido republicano por mis principios conservadores -orientado hacia la familia, religioso y socialmente conservador. Pero ha sido difícil conciliar mi lealtad al partido con su devoción cada vez más hacia el ser portavoz de las opiniones y políticas peligrosas del presidente Donald Trump, especialmente con respecto a la inmigración. Esto es profundamente perturbador. Me ha obligado a reconsiderar mi afiliación y podría ser lo que me aleja del partido para siempre.

Para mí la inmigración no es sólo un asunto político. Es personal. Miembros de mi familia extendida en los Estados unidos son beneficiarios del Acta de Soñadores. Mis padres emigraron a Miami de El Salvador y Guatemala tarde en la década de los 80 y temprano en los 90. La Ley de Ajuste de Nicaragua y de Ayuda Centroamericana les dio un camino hacia la ciudadanía y la oportunidad de una vida mejor. Se abrieron paso de ser lavadores de platos hasta convertirse en gerentes de restaurantes mientras nos criaron a mí y a mis dos hermanos.

Durante el período previo a las elecciones de mitad de período el año pasado, vi cómo la retórica nacional tóxica sobre la inmigración llegaba a las comunidades locales. En el quinto distrito de Oklahoma, donde ahora vive mi familia, el titular republicano, Steve Russell, publicó avisos que avivaron los temores de “bombas caseras, tiroteos, caravanas de migrantes”, igualando a los inmigrantes con delincuentes. Y el año pasado me encontré haciendo algo que nunca pensé que haría: renuncié a mi afiliación al Partido Republicano.

No solo voté como demócrata, sino que también participé activamente en una campaña a favor de Kendra Horn, la primera mujer demócrata elegida al Congreso de Oklahoma. Horn era defensora de familias como la mía. Ella comprendió que un camino hacia la ciudadanía para los “Soñadores” no compromete la seguridad fronteriza y que millones de dólares de los contribuyentes serían mucho mejor gastados en atención médica y educación que en construir un muro costoso e ineficaz.

Muchas personas pensaron que ella no podría ganar las elecciones en un estado profundamente conservador. Pero lo que su oponente republicano no logró ver ni considerar es que el estado se ha vuelto cada vez más diverso. Según un informe de New American Economy, desde el 2016 sólo el distrito quinto de Oklahoma sumó más de 6.000 votantes hispanos y asiáticos, y perdió a más de 2.050 votantes blancos.

Observé a muchos de mis compañeros de clase y compañeros que habían apoyado al tarjetón republicano cambiar de partido como lo hice yo. Tampoco estoy solo en ser personalmente afectado por la política de inmigración. Los republicanos no parecen entender que no pueden permitirse alienar a los votantes como yo.

Investigación realizada por el Centro para el Progreso Americano y el Centro para el Estudio de la Integración de Inmigrantes de la Universidad del Sur de California encontró que en todo el país unos 16.7 millones de personas viven en un hogar con al menos un pariente no autorizado. Votantes jóvenes como yo también tienden a favorecer política de reforma de inmigración sensata y humana.

Cuando miro a nuestros líderes actuales, no veo ninguno de los valores -cristianos u otros- que originalmente me atrajeron al partido republicano. En cambio, veo el cálculo reprensible de Trump para separar a los niños de sus padres y su insensible indiferencia hacia 800.000 “Soñadores”, muchos de los cuales no conocen ningún país excepto Estados Unidos. Este país, especialmente los votantes jóvenes como yo, está cansado de una retórica partidista y negativa. Es por eso que 43 escaños de la Cámara cambiaron de republicano a demócrata en noviembre. Es por eso que los jóvenes como yo hemos cambiado de partido.

No estoy listo para abandonar al partido republicano completamente. Me he realineado con el partido, con la esperanza de ayudar a fomentar el tipo de conservatismo compasivo en el que creo. He trabajado en ambos partidos, y sé que el cambio es posible. Espero seguir el ejemplo demostrado por políticos como Ros-Lehtinen y Horn, sin miedo de trabajar con ambos lados, dejar a un lado la política partidista y luchar por lo que creo. Es hora de poner al país por encima del partido

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