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Así lo quieren hacer ver los amigos y huérfanos de poder de Juanpa –como le gusta que le digamos–. Los congresistas huérfanos se oponen a todo lo que quiera hacer el actual gobierno para arreglar la situación grave que nos dejó el anterior mandatario, de penosa recordación. He dicho que el error del presidente Duque, por decencia seguramente, fue no haber contado el caos que encontró. Un gobierno lleno de burocracia voraz que acaba con las finanzas del Ejecutivo. Una guerrilla crecida y con muchos más brazos: el brazo armado de las Farc, que está vivo, el brazo de los cultivadores de coca y exportadores de cocaína, el brazo en el Legislativo que cuida las leyes que los favorecen, con la ayuda de los petros, los barreras, los robledos, los lópez y otros huérfanos de la mermelada y de Odebrecht. Los otros grupos guerrilleros que se mantienen en pie como el Eln, los urabeños, las bacrim y, lo peor, todos unidos para producir droga.
Se encontró el presidente Duque con una serie de compromisos contraídos y con la seguridad de no poderlos cumplir, pero que le tocarían al siguiente gobierno y él, Juanpa –como le gusta que le digamos– lavándose las manos. Ejemplo: con los indígenas, con los maestros o educadores o profesores. No sé como decirles porque pocos son los que merecen uno de esos calificativos. Compromisos no cumplidos con las universidades, con las regiones, con la salud que la dejó en quiebra, con la educación en general.
Lo peor, fueron los compromisos cumplidos que acaban con el país. Compromiso de no utilizar el glifosato de donde provienen todos los males de Colombia. Se multiplicó la producción de cocaína, se agudizó la violencia en las zonas productoras de la droga. Con esa droga se enriqueció nuestro peligroso enemigo, pero mejor amigo del anterior gobernante colombiano, el funesto mandatario venezolano. Compromiso cumplido el haber llevado a los enemigos del país al Congreso para entorpecer y frenar las leyes favorables para el desarrollo nacional.
El presidente Duque encontró el caso de Odebrecht, con muchos comprometidos y ninguno con el valor de contar la verdad. Se encontró con el segundo mejor amigo de su antecesor envalentonado contra Colombia, enriqueciéndose con la droga que transita libremente por su territorio y sin ningún esfuerzo para establecer controles.
El presidente Duque se encontró con una minería ilegal desbordada, en manos de los mismos productores de cocaína, minería que acaba con las tierras productivas, que envenena las aguas de los ríos, que acaba con los peces y con el agua fuente de los acueductos de los pueblos ribereños. Encontró una deuda oficial y privada desbordada que tendrá que pagar con el sacrificio de la inversión interna.
El resumido recuento anterior, para mostrar el caos que el presidente Duque encontró y que tiene que resolver. Se podría mitigar con un Congreso que trabaje por Colombia y no con unos congresistas vengativos que prefieran acabar con el país con tal de irse contra todo lo que signifique Uribe y su patriotismo. Le quieren cobrar a nuestro presidente su origen político, aunque sea con el perjuicio para todos los colombianos. Esos son los vergonzosos congresistas de la oposición.
