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Triunfar sobre la muerte

Por Ana Cristina Restrepo J.

redaccion@elcolombiano.com.co

“La vida, en su significado más profundo, solo se cumple en su recuerdo”: lo supo Marcel Proust, y lo reitera Manuel Vilas en su novela Alegría, un triunfo de la memoria sobre la muerte. Tanto el artista francés como el español, cada uno a su manera y en su tiempo, profesan la misma religión: el pasado.

Alegría es un poema extenso en estuche de memorias de vida. A través de una serie de escenas y reflexiones, un escritor de 56 años, convencido de que lo imprevisto gobierna su existencia, se convierte en cronista del paso de su padre por el mundo. Cada uno de sus capítulos es una veta que se abre en la mina del recuerdo, una exploración honda del ayer, en la cual la paternidad y la maternidad son el eje gravitacional. Las fotos, los objetos, los sabores, los olores y los momentos que acuden, llevan al autor hasta épocas tan remotas como la infancia de su padre, en la Guerra Civil Española.

Son tres las búsquedas del escritor de Barbastro (Huesca): el misterio, la belleza y la alegría.

Este hijo de un viajante de comercio, de esos que duermen en pensiones y regresan con el equipaje cargado de relatos, y de una ama de casa que apenas sabía escribir, narra la historia de su familia y se establece a sí mismo como puente generacional entre su padre y sus dos hijos, en una búsqueda que no solo descifra su propia vida, sino apartes de la historia de España. El capitalismo, el erotismo, los objetos, los lugares, el viaje, el cuerpo, la permanencia, la agonía del espíritu de la Navidad, pasan por esta novela que fue finalista del Premio Planeta 2019.

El escritor se caracteriza a sí mismo desde sus manías: llamar a sus seres cercanos con nombres de músicos primero, y de estrellas de cine después: Wagner y Bach (su mamá y su papá) se convierten en Ava Gardner y Cary Grant; o “Mo” (Mozart, su pareja), pasa a ser Katharine Hepburn. De la melodía al movimiento. Solo a su perro –muerto– le dio un nombre de escritor: Max Brod.

De su propio perfil psicológico emanan dos de los protagonistas de la obra: Arnold y Nosferatu. El primero, bautizado en honor al compositor Arnold Schönberg, es dolor psíquico, depresión, angustia y pensamientos suicidas. El segundo, herencia de su madre, está hecho de miedos, alucinaciones, trastornos, silencios. “Es el mal del mundo asumido en mi corazón”.

De la mano de poetas como Idea Vilariño, Federico García Lorca o T. S. Elliot, Vilas emprende el viaje más grande, al “reino donde están los seres a quienes amamos y se fueron y nos dejaron siempre en vilo”; sin embargo, es un verso de José Hierro el que marca el camino del poema memorioso de Vilas: “Llegué por el dolor a la alegría”.

Después de Ordesa (Alfaguara, 2018), con Alegría (Planeta, 2019) se confirma el gran poder de la escritura de Vilas: el dominio del lenguaje que le permite apropiarse de este en su forma más bella. “Somos una forma de hablar, y debemos ser fieles a esa forma de hablar, porque es nuestro patrimonio moral. No tenemos otro”.

“La alegría es un arte del corazón, que se esconde siempre, un arte de la bondad”: ¡Dulce consuelo para empezar 2021!

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