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La vida es moda o dinero. Para muchos es eso. Y lo demás, los sentimientos, poco importan.
¿Qué hacían el año pasado 84 boas constrictor en el Valle de Aburrá?
Si de seguido hay ciudadanos que entregan a las autoridades animales silvestres de tenencia prohibida, fue porque los compraron. En ese momento creyeron que la vida es juego, que los animales son para la mera satisfacción del ego humano, desconociendo que son sujetos sintientes, como lo son las personas también.
El comercio ilícito de fauna y flora silvestres y de productos pesqueros y forestales mueve entre 90.000 millones y 270.000 millones de dólares al año, de acuerdo con el reporte Mirada Global 2019 del Programa del Medio Ambiente de Naciones Unidas.
Son al menos 60.000 millones solo en animales, reveló un informe en este diario.
Aterra. Pese a todas las campañas, el mal no se detiene. En la Semana Santa que pasó se rescataron 655 animales que iban a ser o fueron comercializados en ese lucrativo negocio que a veces se hace ante la mirada complaciente de las autoridades.
En Bogotá, por ejemplo, capturaron una persona que pretendía sacar 424 ranas venenosas al mercado europeo.
Entre 2006 y 2018, según Eugenio Prieto, director del Área Metropolitana, a su centro de rehabilitación animal llegaron 85.779 individuos de distintas especies. Más de 28.000 no pudieron ser reubicados por su edad o porque los mutilaron.
Eso solo en una de las entidades ambientales, pero en todas la situación es similar.
El trato a los animales, silvestres o no, es una de las formas para reconocer el grado de desarrollo moral de una sociedad. Y estamos mal.
¿Cómo niños adquieren estos animales y sus padres les siguen el capricho? ¿O por qué un adulto racional cohonesta el maltrato a otros seres?
¿Cómo es posible arrancarles alas a las aves, patas a individuos de otras especies, (abandonar perros y gatos o hacerles daño)? Una expresión de violencia e irracionalidad que nos hacen, decía Nietzsche, el más cruel de todos los animales
Cuándo entenderemos, afirma Marc Bekoff, uno de los científicos que más conoce de comportamiento animal, que estos “no son propiedades o cosas, sino organismos vivientes, sujetos de una vida, que merecen nuestra compasión, respeto, amistad y apoyo”.
Maullido: un sicario moral, llamando sicario moral a otro. Increíble.
