Volvió el debate sobre los productos con azúcar adicionada, discusión con muchas mentiras de por medio, en parte porque el asunto lo puso de nuevo Gustavo Petro.
Independiente de esto que ya les limita la discusión a muchos, cada vez más evidencias revelan los peligros del azúcar para la salud.
El psicólogo social Thomas Babor y colegas, en su libro Alcohol: No Ordinary Commodity establecieron cuatro criterios hoy muy aceptados que justifican la regulación de ese producto: es inevitable en la sociedad, es tóxico, se presta para abuso y tiene un impacto negativo en la sociedad.
Esos cuatro criterios los cumple el azúcar. Los estudios, recordó un editorial en Nature, demuestran la similitud entre los daños que causan el alcohol y la fructosa, componente del azúcar (el otro es la glucosa): toxicidad hepática, hipertensión, obesidad, desnutrición, infarto del miocardio, dislipidemia y adicción. Sí, es adictiva.
El consumo de azúcar se triplicó en los últimos 50 años. Pese a los daños, no está regulado, como sí el alcohol y el tabaco, de los cuales en sus envases se advierte del peligro.
En países desarrollados se adicionan productos con fructosa, con el jarabe del maíz. Acá se usa mucho el azúcar, aunque cada vez más, como en otras partes, edulcorantes (cuyo exceso sugieren un riesgo 36 % más alto de síndrome metabólico y 67 % de diabetes tipo 2 cita un informe del blog de Salud de Harvard).
La literatura concuerda en que los azúcares adicionados, en particular la fructosa, son más nocivos para los sistemas metabólicos del cuerpo que otros carbohidratos.
Nature sugería medidas para reducir la ingesta: regular con impuestos, no vender esos productos en horas escolares y limitar la edad de compra.
La propuesta acá, además, es que se advierta en los empaques sobre el peligro que representa el consumo en exceso.
A junio pasado, 11 países europeos habían determinado impuestos, incluyendo Portugal, Reino Unido, Francia e Irlanda. También ciudades de Estados Unidos.
Es decir, es completamente falso que se acabe la industria o genere desempleo altísimo. Esos países siguen adelante.
No será fácil implementar algo en Colombia en donde el dinero (empresariado) impone condiciones así sea por encima de la salud ciudadana, como se ha visto no solo en este caso sino en el de los plásticos y restricciones vehiculares.
No mientan más: el azúcar sí es un problema serio de salud pública.
Maullido: 350 combos delincuenciales hay en el Aburrá extorsionando, robando, traficando y asesinando.