viernes
7 y 9
7 y 9
Wilson VegaEditor de Abecediario.co @WilsonVega
La venta de TikTok parece inminente. Si se cumplen los pronósticos, esta semana TikTok dará a conocer a quién elige vender su división estadounidense. Presionada por la Casa Blanca, la red social china recibió ofertas de Microsoft, Oracle y una “tercera compañía” y probablemente venda su operación por más de 20.000 millones de dólares.
De propiedad de Bytedance, TikTok es el blanco más reciente de las acciones de Estados Unidos contra firmas chinas que amenazan su liderazgo tecnológico. Antes conocida como Musical.ly, se trata de una red de videos increíblemente popular, que atrae a una generación muy joven, que siempre ha tenido internet, y que ve a redes como Facebook como páginas envejecidas, que les hablan a sus padres, no a ellos. Al día de hoy, cien millones de estadounidenses la han usado.
La narrativa de la Casa Blanca sugiere que esa red social le sirve a Pekín para recabar datos de los estadounidenses, en lo que efectivamente sería un masivo sistema de vigilancia y distribución de propaganda y desinformación. ByteDance no solo ha negado estar bajo control del gobierno chino sino que efectivamente demandó la medida de la administración Trump ante una corte federal. Por su parte, según reportó The New York Times, la CIA concluyó que no hay evidencia de que los servicios de inteligencia chinos hayan usado jamás datos recabados por TikTok.
No es la primera vez que un gobierno la emprende contra una compañía tecnológica por temor a que los datos recogidos terminen alimentando servicios extranjeros de inteligencia y espionaje. La propia China, en lo que famosamente se llegó a conocer como la ‘Gran Muralla Digital’, bloqueó hace más de 10 años a servicios como los de Google, Facebook y Twitter, que no operan en su territorio. Fue en parte gracias a ese vacío que los chinos vieron crecer a firmas locales que hoy son gigantes tecnológicos, como Alibaba, Tencent y la misma Bytedance.
Una investigación del Harvard Business Review halló que en los últimos 20 años ha habido al menos 75 casos que involucran a al menos 20 gobiernos. Sin embargo, nadie dudaría que la tendencia parece haberse acelerado y que en años recientes China ha sido el énfasis de las acciones de Washington. Y dado el descomunal tamaño del mercado chino, las consecuencias de una escalada en las tensiones podrían ser severas.
Desde el lado chino, nada ejemplifica mejor este hecho como el caso Huawei. Luego de ser puesta en la lista negra del departamento de Estado en mayo de 2019, la compañía se vio excluida del ecosistema de Google y privada por tanto de usar sus aplicaciones en sus dispositivos. Como resultado, modelos recientes de sus smartphones, como el Mate 30 y el P40, salieron al mercado sin acceso a la Play Store de Google. Huawei respondió con su App Gallery, pero ambos lanzamientos se vieron afectados.
No necesariamente, vale aclarar, en China, un mercado de 1.400 millones de personas en el que la firma goza de un indisputado dominio. Mientras fortalece su App Gallery y compra sus procesadores a otros fabricantes, la firma planea mantener su ritmo de lanzamiento de teléfonos ‘USA-Free’.
Pero desde el lado estadounidense, el riesgo es otro: casi un 90 por ciento de las empresas en el Consejo Empresarial China-Estados Unidos, una organización privada sin fines de lucro destinada a promover el comercio entre ambos países, ha reportado un impacto negativo por las tensiones. Numerosos observadores temen un proceso de de-americanización de la tecnología, en el que las firmas preocupadas por una retaliación china se lleven sus negocios a otras latitudes.
Además del dinero en juego, está en la mesa la reputación de Estados Unidos como motor y guardián del comercio global.
El siguiente es un ejemplo particularmente dramático: WeChat, la alternativa china a WhatsApp, se usa a diario en 1.200 millones de teléfonos. Si por las restricciones causadas por el pulso entre Washington y Pekín Apple se viera forzada a removerla de su App Store, podría ver caer sus ventas globales en un 30 por ciento.
Pese a eso, el Departamento de Estado de Estados Unidos avanza en tramitar una iniciativa de ‘redes limpias’ que, entre otras provisiones, plantea que las firmas chinas no puedan recopilar, almacenar o procesar datos generados en Estados Unidos. En la práctica, eso significaría la creación de dos Internets, o, en otras palabras, la redefinición de lo que Internet y concebiblemente otras redes deben ser: no un espacio único, abierto y global, sino territorios que, aunque virtuales, se vean limitados por fronteras más o menos equiparables a las del mundo físico.
La ironía final es que todo esto podría terminar deteriorando, en lugar de fortaleciendo, el panorama de la seguridad en el manejo de los datos. La desconfianza entre compañías y Estados hace más difícil crear sistemas efectivos de monitoreo de sus prácticas. Estados Unidos aún marca el camino de muchos países, y si la seguridad nacional se emplea como argumento para crear fronteras en Internet, cualquier otro gobierno podría seguir ese camino.
Si eso sucede, al menos en el caso de América y Europa, firmas como Amazon, Google y Facebook tienen mucho que perder.