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wilson vega
@Wilson Vega
Editor de Abecediario.co
Donald Trump ha sido acusado de actitudes machistas, clasistas y racistas, se le señala de maltrato a mujeres, de usar la presidencia para enriquecerse, de alegar razones médicas para no servir en Vietnam y de insultar a veteranos e incluso a los soldados estadounidenses muertos en combate.
Y pese a eso, persiste al día de hoy una muy real posibilidad de que Donald Trump sea reelegido.
Ahora The New York Times ha encontrado documentos que demuestran que los ciudadanos promedio, e incluso los trabajadores ilegales que famosamente ha combatido, pagan más en impuestos que el hoy presidente de EE. UU.
Que Trump miente es bien sabido, durante su campaña apoyó teorías como la del movimiento antivacunas, el pizzagate y, tan famosa como peligrosamente, la de la negación del cambio climático. Pero una vez en la casa Blanca parece haber evolucionado a las ligas mayores de la imprecisión y el engaño. Según The Washington Post, le tomó al Presidente 827 días decir 10.000 afirmaciones falsas y apenas 440 más pasar de las 20.000. Eso es más de 15 mentiras al día.
Sabemos, por ejemplo, que miente, al punto que la expresión ‘mentiroso patológico’ parecería aquí más que una licencia del lenguaje. Antes de ser presidente, Trump fue un campeón de la teoría del birtherism, que ponía en duda la nacionalidad estadounidense de Barack Obama e incluso de una que sugería que Obama nunca fue a la universidad de Columbia porque allá nadie lo recordaba.
Hacer creer en un tuit
Un agravante de esta situación es el hecho de que Trump maneja como pocos las redes sociales para hablarle de manera directa a su base, que lo sigue con un fervor casi religioso. Pero por primera vez en cuatro años, o quizás por primera vez en la historia, puede que esta vez eso no le baste al mentirosillo presidente/candidato.
Eso es porque las redes ya conocen su acto y han comenzado a actuar.
El pasado martes, antes del debate con el ex vice presidente Jo Biden, la campaña para la reelección de Donald Trump lanzó una ofensiva en Facebook dirigida a ‘ilustrar’ la posición de Biden frente a los refugiados.
El mensaje central era un coctel perfecto de miedos: que aceptar refugiados, como pasaría en un gobierno Biden, multiplicaría los casos de contagio de covid-19 entre estadounidenses.
La cosa es que, como pasa a menudo con Trump, el texto de los mensajes no aportaban ningún tipo de prueba. En consecuencia, Facebook retiró el anuncio de su plataforma.
La campaña Trump lo intentó con 38 versiones distintas del mismo mensaje, y ninguna fue aprobada. Eso no evitó que alcanzaran a unas 5.000 personas en Florida.
La medida hace parte de una ofensiva de Facebook contra la desinformación y la manipulación en época de elecciones. Twitter ya ha tomado acciones contra la mentira presidencial. En el pasado ha ‘ocultado trinos del mandatario’ que, aunque siguen disponibles en la red de microblogging, por considerarlos de interés público, quedan marcados como comportamiento ofensivo o como glorificación de la violencia.
Bien sabe Trump que las redes son el medio más certero para alcanzar a su electorado, en especial en estados en los que un puñado de votos pueden resultar decisivos, sin el filtro de periodistas o editores.
A pesar de que los anuncios fueron rechazados por Facebook, la campaña Trump sigue enviando sus mensajes apelando al miedo del efecto ‘devastador’ que, alega, tendría la llegada de Joe Biden a la Presidencia.
Además su relación con la prensa ha sido contenciosa y hostil. Trump es el responsable de generalizar el término fake news que usa para desacreditar noticias que no le son favorables. CNN, Político y The New York Times estuvieron temporalmente expulsados del Press Room de la Casa Blanca y Trump ha sostenido viciosos desencuentros con los reporteros que le hacen preguntas incómodas. En cambio, son habituales sus largas llamadas, en vivo, a Fox News.
Hay una necesidad
Ojalá las revelaciones del Times pudieran citarse con la misma brevedad y el mismo punch que las mentiras de Trump. Así las masas que lo apoyan se enterarían de que no es el empresario genial que pretendía ser en The Apprentice y que sus proyectos han dejado pérdidas tan descomunales, o al menos así lo reportó ante el fisco, que habría ido a la bancarrota si no fuera, primero, por el reality show y luego, por su campaña a la Presidencia.
Y sabrían que acumula deudas personales por al menos 421 millones de dólares y que dichas deudas se vencerán en algún punto de los próximos 4 años y que, además, está involucrado en un proceso de la administración de impuestos que, de resultar en un fallo negativo, podría costarle 100 millones de dólares.
A pesar de su cinismo, de su dolorosamente obvia ineptitud para el cargo que ocupa, la revelación acerca de los problemas financieros de quien se pregona a los cuatro vientos como un billonario por lo menos le da sentido a su relación con hombres fuertes de gobiernos autoritarios como Vladimir Putin.
Trump podrá seguir gritando ‘fake news’ a los cuatro vientos y, como lo dejó evidenciado en el debate de esta semana con Joe Biden, no parece dispuesto a reconocer ninguna de sus mentiras o a aceptar siquiera la idea de una transición a un gobierno demócrata.
De nuevo, al día de hoy persiste una muy real posibilidad de que sea reelegido, incluso en el caso probable de que pierda el voto popular por un margen mayor que el de 2016. Sabemos que a pesar de obtener de sobra los votos que necesitaba en el colegio electoral, perdió el voto popular por 2,9 millones de votos. En otras palabras, Hillary Clinton obtuvo los votos de casi tres millones de estadounidenses más que Donald Trump.
Pero sus impuestos muestran que no es solo que quiera seguir en la Casa Blanca. Es que lo necesita, lo necesita desesperadamente.
Y ahora lo sabemos.