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La mayoría de los analistas habían pronosticado que el PIB del primer trimestre iba a ser superior a 3 %, por esa razón la cifra de 2,8 % que comunicó el Dane el día de ayer produjo decepción. Con ese arranque de año tan modesto va a ser difícil que la economía colombiana alcance el 3,6 %, que es el objetivo del gobierno para 2019. El crecimiento del primer trimestre es similar al observado en los dos últimos trimestres del año anterior, con lo cual es manifiesto el estancamiento de la economía colombiana.
A pesar de esto, no se puede dejar de lado que hay aspectos positivos en los resultados de crecimiento. Como se aprecia en el comunicado del Dane, de las 12 actividades, que componen el PIB desde el punto de vista de la oferta productiva, 11 están creciendo. Algunas, incluso, con expansiones bien importantes como la explotación de minas y canteras (5,3 %) y los establecimientos financieros (5,5 %). También hay que destacar el comportamiento que están teniendo el comercio al por mayor y al por menor (con 4,0 % de crecimiento) y la industria manufacturera (2,9 %). Estos últimos sectores siempre determinan el ritmo que está teniendo la economía, en el argot técnico son indicadores coincidentes del desempeño de la actividad productiva como un todo.
La construcción es la gran preocupación, ya que con un decrecimiento de 5,6 % este sector impidió tener un mejor PIB. La actividad constructora no acaba de levantar cabeza, aunque había presentado mejores cifras al cerrar el año 2018. En esta ocasión el problema es la edificación privada, mientras que en la construcción pública el Gobierno había reportado la reactivación de los proyectos 4G. Al parecer, los hogares se muestran renuentes a endeudarse para adquirir vivienda, aún a pesar del estímulo que para ello deberían tener con unas tasas de interés relativamente bajas.
Ahora bien, por el lado del gasto de los colombianos la mejor noticia es que la demanda interna se está recuperando y es lo que está propiciando que la mayoría de los sectores se esté expandiendo. Esto era previsible por la dinámica que estaban mostrando las importaciones en los reportes de comercio exterior y los resultados del comercio. Eso sí, le va mejor al consumo, en especial el de los hogares que creció 4 %, que a la inversión (2,8 %), debilitada esta última por el lastre de la edificación.
Lo mejor para la economía sería que la demanda interna y externa jalonaran simultáneamente el crecimiento. No es el caso en la actualidad, con una importante expansión de 13,7 % de las importaciones, muy superior al 3,6 % de las exportaciones. En esas condiciones, la demanda externa no está ayudando al crecimiento. Como se ha reiterado en diversas ocasiones, el elemento que no está favoreciendo una mejor economía es el sector exportador no minero que no ha podido competir apropiadamente en los mercados internacionales.
Un crecimiento débil afecta a todos. El Gobierno, para comenzar, va a recibir menos ingresos por impuestos tanto en este año como en el siguiente. En el más largo plazo, esa menguada expansión de la economía se va a ver reflejada en un peor nivel de vida de las personas. Las autoridades económicas deben propiciar las condiciones para tener una economía más productiva que pueda crecer más, sobre todo cuando se ciernen negros nubarrones en el panorama internacional.