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Este lunes, cuando se reabra plenamente la frontera entre Colombia y Venezuela y se permita no solo el libre tránsito de personas, sino también de mercancías, comenzará un nuevo capítulo en las relaciones entre los dos países, las cuales han pasado por varios altibajos en los últimos 20 años.
Autoridades sanitarias, aduaneras, de comercio, transporte, migración y relaciones exteriores de los dos países han venido trabajando en los últimos días para la revisión de la logística, la infraestructura de los puentes Simón Bolívar, Tienditas y Francisco de Paula Santander y la ubicación de los camiones que pasarán por la frontera.
El presidente Gustavo Petro no estaría finalmente mañana en el Puente Internacional Simón Bolívar, que conecta a Cúcuta con San Antonio, en el estado del Táchira. Tras muchas especulaciones, el embajador Armando Benedetti dijo a los medios que la reapertura va a ser más que todo simbólica, aunque no se descarta que haya un cambio de agenda en el último minuto y se produzca el encuentro entre los líderes de los dos países. Por lo pronto se sabe con certeza que se realizarán otros eventos, como el programado hoy entre los congresistas de Colombia y Venezuela y los diputados de los departamentos de frontera.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas se produce en momentos en que en Colombia están previstas marchas y movilizaciones promovidas por la oposición contra las reformas del mandatario. Del lado venezolano están las denuncias de una misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que acusó al gobierno de Maduro de “cometer torturas y delitos de lesa humanidad”.
Ambos países esperan que estos hechos no empañen la apertura de una de las fronteras más dinámicas de América Latina, con 2.219 kilómetros, que se cerró en 2015 cuando se prohibió el paso de vehículos y de transporte de carga. Las relaciones diplomáticas se rompieron en 2019 tras el reconocimiento de Iván Duque a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
Ahora hay grandes expectativas y entusiasmo, pero también dudas sobre lo que les deparará a los dos países tanto en los temas diplomáticos y comerciales como en los políticos y de seguridad. Hay esperanza en los municipios fronterizos que vieron un desplome de sus economías y un fuerte incremento en el desempleo, la pobreza y la informalidad por el freno en el intercambio comercial. En los mejores momentos el comercio binacional llegó a 7.200 millones de dólares y bajó drásticamente hasta 400 millones de dólares el año pasado.
No solo se abren los puentes, sino también los cielos. Por Colombia, la aerolínea Wingo, filial de Copa, será la primera en volar al vecino país el 3 de octubre. Otras compañías, como Avianca, ya están pidiendo pista. Sin embargo, Conviasa, la principal aerolínea pública del vecino país, no podrá inaugurar todavía la ruta Caracas-Valencia-Bogotá, debido a que está en la lista Clinton. Y hacer parte de ese listado significa que cualquier persona que opere o negocie con ellos se expone a fuertes sanciones internacionales y a problemas con la Justicia estadounidense.
A pesar de estos inconvenientes, se prevé un aumento de inversiones y retorno de algunas de las empresas colombianas que salieron de Venezuela por las difíciles condiciones económicas y las expropiaciones.
El ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña, asegura que los astros están alineados y que se está recuperando la esperanza. Confía en que el intercambio comercial llegue a 1.200 millones de dólares este año y supere los 4.000 millones de dólares al término del gobierno, gracias a que las dos economías se complementan.
Colombia puede exportar productos agrícolas y agroindustriales, medicamentos, partes para automotores, energía, y de Venezuela puede traer productos de la industria petroquímica. Sin embargo, los empresarios venezolanos no están tan contentos porque consideran que los colombianos los pueden inundar con toda clase de productos teniendo en cuenta las grandes asimetrías entre las dos economías.
Para Colombia no todo será color de rosa. Hay muchas dudas que flotan en el ambiente. Una de ellas es el tema de seguridad porque a lado y lado de la frontera se pasean organizaciones al margen de la ley y disidencias de las Farc y el Eln, que encontraron en Venezuela su mejor refugio. Este es un tema en el que se deben lograr acuerdos para frenar las acciones de dichos grupos, más ahora cuando Gustavo Petro anuncia un cese del fuego multilateral y le quiere dar protagonismo a Venezuela en los posibles diálogos con el Eln.
Otro punto de discusión es el restablecimiento de la confianza en las relaciones comerciales considerando que a los empresarios colombianos les adeudan cifras cuantiosas por el envío de mercancías que no pagaron en Venezuela. El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, ha señalado que las ventas al vecino país deben ser con pagos por adelantado.
Además, hay que tratar de frenar el contrabando de toda clase de productos; contrario a lo que ocurría en el pasado, ahora saldrán de Colombia hacia Venezuela. Una excepción es la gasolina porque Venezuela tiene uno de los precios más bajos del mundo.
La apertura de fronteras trae una gran luz de esperanza para los dos países, pero también abre interrogantes que deben comenzarse a despejar por parte de los dos gobiernos. No todo será borrón y cuenta nueva