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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Todo en todas partes fue la película más ganadora en los premios Óscar 2023. Foto: Getty Images.
    Todo en todas partes fue la película más ganadora en los premios Óscar 2023. Foto: Getty Images.
  • Imagen de la película El acontecimiento.
    Imagen de la película El acontecimiento.
  • Imagen de la peícula Poser
    Imagen de la peícula Poser

Quo Vadis, Cinema?: el debate por las películas modernas

En marzo se entregaron los premios Óscar y la mejor película, Todo en todas partes al mismo tiempo, causó debates entre el amor y el odio. Una reflexión sobre el cine, ¿está cambiando?

Juan Carlos González | Publicado

En la noche del 11 de marzo de 2023, en uno de los universos paralelos que existen, la película ganadora del Óscar fue Tár. En otro fue Los espíritus de la isla (The Banshees of Inisherin). En este específico, desde donde usted está leyendo estas líneas, Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything Everywhere All at Once) ganó siete premios Óscar, incluyendo mejor película. Considerando el enorme surtido de multiversos, pregúntese usted si tuvo fortuna de habitar este o, si por el contrario, contó con mala suerte. Quizá usted anhele vivir en un universo donde Ellas hablan (Woman Talking) haya sido la ganadora y Sarah Polley obtuvo el galardón a la mejor directora.

Por ahora es mejor dejar de especular, quedarnos en este multiverso y centrarnos en el éxito de Todo en todas partes al mismo tiempo y en lo que eso implica para el cine de hoy. ¿Se trata de una rareza, de un meteorito que cayó en medio de Hollywood? ¿O es acaso el inicio de una nueva tendencia, de un terremoto que empezó a destrozar los cimientos de la industria del cine tal como la conocemos? Cuando Bonnie and Clyde se lanzó en agosto de 1967 duró una semana en cartelera. Solo cuando fue portada de Time en diciembre de ese año y el crítico Stefan Kanfer la ensalzó en un artículo central —tal como Pauline Kael lo había hecho previamente en The New Yorker— se hizo patente que una revolución se estaba gestando al interior de un studio system que estaba colapsando, y que el nuevo Hollywood había llegado, tal como El graduado (1967), Perdidos en la noche (Midnight Cowboy, 1969), Easy Rider (1969) y La última película (The Last Picture Show, 1971) vinieron a confirmar. Solo fue cuestión de tiempo, consciencia y del surgimiento de nuevos talentos que supieron leer los cambios culturales y sociales a su alrededor. Que detectaron lo que el público necesitaba ver y sentir.

Los codirectores de Todo en todas partes al mismo tiempo, Daniel Scheinert (nacido en 1987) y Daniel Kwan (nacido en 1988) también han tenido buenos radares. Encontraron un público cansado de secuelas, remakes y franquicias de superhéroes, y decidieron apuntar en la dirección opuesta, sabiendo muy bien a quién se dirigían, cuál era el blanco al que querían apuntar. Por eso su película trata de personas corrientes, inmigrantes en la lucha por subsistir, con problemas económicos y en la relación que tienen con hijos adolescentes.

La protagonista (no es nada casual que sea una mujer de ascendencia asiática) se ve de repente convertida contra su voluntad en una heroína que busca apaciguar el desorden cósmico generado por la rabia crónica que alcanzó la frustración filial. Para lograr esto, los directores y guionistas no recurrieron a grandes efectos especiales ni tecnológicos, solo al absurdo de las situaciones y cosas cotidianas devenidas en símbolos, dotadas de poderes sobrenaturales.

El esperpento como herramienta dramática y cómica, con una narración veloz, que cambiaba de situación y de ritmo con la velocidad de un video de TikTok, y que se mofaba contra todo lo establecido, caló perfecto entre los cinéfilos más jóvenes, que de inmediato se vieron representados por un filme en el que a su vez podían canalizar su frustración. Ellos no se identificaron con la protagonista, sino con la hija de la protagonista, perennemente menospreciada por su madre. Los espectadores más adultos vieron en esa madre la posibilidad de redimir sus vidas predecibles, y volverse protagonistas de su historia, en este universo, o en otros donde sí lograron ser lo que algún día soñaron.

Imagen de la película El acontecimiento.
Imagen de la película El acontecimiento.

La capacidad de destruir lo establecido, burlándose de la importancia que se le daba, y de inventarse nuevas formas de narrar a partir de una estructura donde todo es posible, como en Alicia en el país de la maravillas, hizo de Todo en todas partes al mismo tiempo un filme de culto, con un voz a voz impresionante. Su riesgo y su audacia eran un instrumento de doble filo, pero acá primó la conexión con el público al que generacionalmente se dirige y que vislumbra ese mismo absurdo en la realidad que lo circunda. Otros cinéfilos menos entusiastas también han hecho valer su voz, expresando que no necesariamente la anarquía visual y narrativa es una virtud, y que la película es demasiado incongruente para su propio bien. La mezcla excesiva de elementos y situaciones no solo confunde, sino que sirve para disimular las fallas de un relato donde poco o nada es relevante, y que se valió de humor de mal gusto, en vez de hacer uso de verdadero ingenio. La película refleja una brecha generacional, una que periódicamente se da entre la subjetividad de quienes ven filmes que están hechos con un blanco de público específico.

Ya los dos directores habían demostrado su capacidad para el absurdo en Swiss Army Man (2016), pero eso no quiere decir necesariamente que esto se convierta de inmediato en una tendencia colectiva. Las demás películas candidatizadas al Óscar no siguen sus parámetros y el cine que se está haciendo en el mundo —sin mencionar los blockbusters comerciales que son mayoría— continúa centrada en historias predominantemente humanas situadas en este mundo en el que nacimos. Aunque Bob Chapek, uno de los codirectores ejecutivos de Disney, consideró al metaverso como “la próxima gran frontera de la narración”. La propia empresa cerró a finales de marzo de 2023 su división de metaverso, tras trece meses de funcionamiento: no es fácil generar contenido basado en supuestos presentes y en realidades paralelas.

Hay cine con peso, con intenciones críticas y reflexivas que así mismo nos reflejan. Pueden parecer convencionales al consumidor permanente de plataformas, videojuegos y redes sociales, ávido de nuevos capítulos, series, emociones y videos, pero esas películas también expresan lo que somos y lo que nos duele, sin que se sientan anacrónicas ni aleccionadoras. Corsage y El acontecimiento nos hablan desde el pasado de la emancipación de la mujer, After Yang visita el futuro para reflexionar sobre lo que nos hace humanos, Poser nos cuestiona sobre la búsqueda de la identidad, EO explora nuestra funesta capacidad de abusar de los animales. Solo cinco ejemplos de filmes recientes que no tienen que recurrir a pirotecnia narrativa más allá de nuestras fronteras perceptuales para contarnos historias sobre nosotros mismos, sobre lo que somos y seguimos siendo. A ese cine le tengo fe.

*Médico microbiólogo, escritor y crítico de cine. Editor de la revista Kinetoscopio. Y papá de Luisa.

Instagram: @tiempodecine.

$!Imagen de la peícula Poser
Imagen de la peícula Poser

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