Durante los últimos artículos he venido insistiendo en que uno de nuestros propósitos en el ecosistema de innovación de Medellín es circular más dinero. Lo anterior porque considero que esta variable es fundamental para atraer, no solo emprendedores y empresas, sino también para estimular que nazcan nuevas empresas de conocimiento en la ciudad.
Medellín cuenta cada día con un ecosistema más eficiente y maduro, pero todavía tenemos que ser claros y aceptar que tenemos grandes limitantes. Una de ellas, es el capital financiero para startups, spin off´s y emprendedores de tecnología. La semana pasada escribí sobre cómo Medellín se ha consolidado como capital de los fondos de riesgo. Lo anterior, si bien es cierto y cada vez tenemos más, también hay que decir que todavía, sobre todo los locales, continúan siendo conservadores en materia de riesgo de inversión en nuevas tecnologías. Esto, si los comparamos con fondos norteamericanos a la hora de invertir. Hoy día, en nuestra ciudad, contamos con diferentes vehículos financieros para apoyar estos emprendimientos: los Ángeles inversionistas, los Fondos de Capital emprendedor, los recursos no reembolsables, entre otros, que no siempre llenan las necesidades de capital de los emprendedores. A pesar de que cada día aumenta el número de fondos en la ciudad, al igual que los ángeles inversionistas, la realidad es que las cifras de inversión deben aumentar. Para tener una idea, cabe decir que, por ejemplo, Israel tiene un promedio de capital de riesgo de $ 430.000/ per cápita, hoy Medellín está aproximadamente en $110.00/ per cápita. No basta con que Medellín sea la primera ciudad en fondos de riesgo en Colombia, debemos serlo en Latinoamérica, para lograr atraer emprendedores de otros países.
Pero no solamente a través de los fondos lograremos circular más dinero en el ecosistema de innovación, sino que también debemos ser creativos en cómo hacerlo generando una cadena de apoyo al emprendedor. Para nadie es un secreto que la banca tradicional no financia este segmento, ya que son negocios tecnológicos de alto riesgo, no cuentan con garantías reales que respalden la deuda y en la actualidad el sistema bancario no tiene la suficiente experiencia para evaluar este tipo de emprendimientos. Hoy día, no cuentan con evaluaciones de riesgo o “scoring” para medir los emprendimientos de base tecnológica y todavía se ve lejana la idea que lo hagan.
Por todo esto, se hace necesario que surjan nuevos mecanismos de financiación desde el Estado para desarrollar el sistema emprendedor en CTi, bajo la filosofía de que, en caso de éxito en el proyecto emprendido, el dinero con que el Estado apoyó sea devuelto con un margen bajo, para buscar apoyar otros emprendedores que están surgiendo en la cadena.
Mariana Mazzucato autora del libro El estado emprendedor, escribe: “Una cosa está clara: el sistema actual es deficiente, en gran medida porque socializa los riesgos y privatiza las ganancias. Esto no solo atenta contra las oportunidades de innovación futuras, sino que impide al Estado comunicar su papel a la opinión pública”.
Este modelo que proponemos se asemeja al modelo de becas universitarias local, que apoya al estudiante durante su carrera y este comienza a pagar el dinero entregado para sus estudios al momento de iniciar su vida laboral.