No tenemos más, solo el tiempo. Es el escaso tesoro, la fluida sustancia que se desliza entre los dedos. Hoy, día final en el arqueo anual del tiempo, lágrimas y cerebro confluyen para evaluar y lamentar el oro que sin oxidarse se desbanda.
Cada instante, porción sucesiva de la duración, es de alma diferente del anterior y del siguiente. En esta irreductibilidad reside el valor, sin precio, del tiempo. La grieta bajo la sien de la mujer amada es depositaria de secretos que la hacen parecida únicamente a ella misma. Ningún alfarero ni demiurgo ha labrado ni labrará belleza semejante.
Cuando los viejos norteamericanos utilitaristas forjaron la divisa ´time is money´, mintieron. La avaricia los cegó. Quisieron decir que el tiempo es incomprable y cambiaron esta condición precisamente por el billete que compra los desechos del tiempo.
Si el tiempo fuera el dinero, no existiría la desigual repartición de la riqueza puesto que toda persona atesora por nacimiento la misma cantidad de minutos y horas que los demás, sin importar la clase social que la marque. El tiempo, pues, está ahí a disposición universal, como el sol y el aire.
Hay muchas maneras de pasar el tiempo, pero no se puede pasar el tiempo de cualquier manera. Hay quienes se aburren con él, buscan matarlo a punta de entretenimientos y crucigramas. Hay quienes lo dilapidan, lo vuelven banal, soso, lo privan de esqueleto.
Infundir nervio en las horas sería la medida propicia para dignificar el tiempo. Esta operación requiere talante de curiosidad y alerta. Suficiente misterio existe sobre la tierra para estimular la permanente cacería de analogías y de casualidades parlantes. La diversidad de incitaciones presentes en macro y microcosmos es aguijón para órganos de los sentidos, antenas y sueños.
Dos son los dispositivos que proporcionan respuestas a esta glotonería del tiempo: ciencia y poesía. Cada vez más relevan los desuetos mecanismos de antaño, mito y plegaria. Cuando los hombres teníamos huesos de leche y éramos masa, nos daban refugio truenos y deidades. Hoy somos además individuos, construimos eficaces telescopios y cohetes, arrebatamos el fuego poético a las alturas y lo plantamos en tierra cotidiana.
Esta noche de año nuevo palpamos la marca del tiempo, exclusiva riqueza, ocasión de furor y contento .