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¡Sin excusa!

Por

ana cristina restrepo j.

redacción@elcolombiano.com.co

“Profe, el libro que pediste no está en mi casa”. “Profe, la lectura que me fue asignada no se puede encontrar en ninguna librería ni anticuaria”. “El texto que recomendaste está en la biblioteca universitaria pero todos los ejemplares están prestados”. “Ese libro no está en PDF”. “La plata del mes no me alcanza para comprar libros”...

La respuesta a todas las excusas suele ser la misma: ¿Ya pasaste por una biblioteca pública?

En nuestro mapa mental conservamos la ubicación del supermercado, la IPS, el paradero de buses y el escenario deportivo más cercanos; ¿acaso hemos averiguado por la biblioteca más próxima?

Resulta curioso que inclusive los alumnos escolares y universitarios, quienes dependen buena parte del tiempo de su acceso al conocimiento, ignoren la localización de las bibliotecas públicas de su entorno. ¿Acaso los motores de búsqueda en internet aniquilaron la curiosidad por el mundo real? ¿Por qué tenemos una relación bizarra con los espacios públicos, en especial con las bibliotecas? ¿A quién vamos a seguir echándole la culpa de nuestros vergonzosos niveles de lectura?

El mantra de la educación como panacea en el discurso político colapsa cada vez que se publican mediciones del rendimiento académico de los estudiantes o resultados de las evaluaciones docentes, como si no existieran otras variables dignas de consideración, formas alternativas de incidir en la democratización del conocimiento (que es la formación de mejores ciudadanos).

El Sistema de bibliotecas públicas de Medellín (SBPM) presentó la primera fase del proyecto “Libros sin fronteras”, el cual permite que desde 18 de sus 29 bibliotecas se puedan prestar, reservar, devolver y renovar libros. ¿Cómo funciona? El usuario se dirige -con su cédula- a la biblioteca pública más cercana, busca en el catálogo el libro que quiere o necesita y, en caso de que no se encuentre en su biblioteca, puede pedir el traslado de la obra. Por ejemplo: si usted vive en Santo Domingo Savio pero el libro que requiere está en la biblioteca León De Greiff (en La Ladera), puede solicitarlo y el ejemplar le llegará a la biblioteca España.

No es suficiente con eliminar las fronteras geográficas de los 800.000 ejemplares de las colecciones del SBPM. Los profesores y padres de familia tenemos un papel fundamental como voceros de la iniciativa. Los niños, en compañía de adultos, también pueden acceder a los libros.

“Libros sin fronteras” exalta el rol de los bibliotecarios y bibliotecólogos (formados en academia) como líderes comunitarios, guías que forman en ciudadanía a través de la promoción de la lectura y la generación de sentido de pertenencia en cada biblioteca.

La esperanza es que las bibliotecas de instituciones privadas unan esfuerzos para que este proyecto crezca. Además de las fronteras geográficas, derribar las sociales: ampliar el alcance de esta iniciativa de inclusión a través de la lectura.

Los apocalípticos que piensan que los libros van “de salida” en este mundo, tendrán que aplazar sus malos augurios.

Ahora sí: los lectores perezosos se quedaron sin excusa.

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