Antioquia

Alto Verde, seis años de una tragedia que nunca se olvidará

Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.

17 de noviembre de 2014

Hace seis años, una tragedia de grandes dimensiones estremeció a El Poblado: una avalancha de tierra y lodo se precipitó sobre la urbanización Alto Verde, en la Cola del Zorro, derribando varias casas y matando a 12 personas.

Eran las 6:05 a.m. del domingo 16 de noviembre y a los residentes, que a esa hora en su mayoría aún dormían en sus casas, los despertó un estruendo. Los que se salvaron de la avalancha, al asomarse a las ventanas, vieron lo impensable: un alud había derribado 6 de las 16 viviendas de la unidad, las de la zona más alta. Doce habitantes perecieron.

Las 10 viviendas de la parte baja quedaron en pie y 16 residencias vecinas resultaron afectadas.

En cuestión de un año, la Alcaldía, a través del entonces Simpad (hoy Dagrd), estabilizó la zona y normalizó la habitabilidad.

Flor Ángela Montoya Montoya, en ese entonces administradora de la unidad y también residente en ella, sigue marcada por la tragedia.

“Las doce personas que murieron todavía las recuerdo, con todas tenía familiaridad por mi trabajo, se volvieron como mi familia”, relata seis años después, cuando ya no administra Alto Verde.

Dice que fue la tragedia más intempestiva, pues no hubo ni un signo previo que la pronosticara.

“La noche anterior, a la casa de Óscar Gómez (muerto en la avalancha) le entró agua, pero él no le paró bolas a eso”, confesó Flor Ángela.

Dice que los trabajos del Simpad (construcción de 5 terrazas, un muro de contención y filtros de agua) dejaron la zona estable e incluso una de las más firmes del sector.

“Tanto, que ya hay familias vendiendo los terrenos, que recobraron su valor y es muy posible que pronto se inicien construcciones”.

Ayer no hubo misas ni actos de recordación. Cada residente oró en su interior por los vecinos muertos. La tristeza, dice Flor Ángela, sigue.