Cae último vestigio de la editorial Bedout
El edificio que ocupó la imprenta, la más importante del siglo XX, será remodelado por la U. de Antioquia.
Periodista y politólogo en formación. Aprendo a escribir y, a veces, hablo sobre política.
Los vecinos de la carrera Bolívar con Moore, en el Centro de Medellín, están viendo caer los últimos vestigios de la editorial más próspera de la industria antioqueña en el siglo XX. Parte del legado del patriarca don Félix de Bedout es ahora sede de los trabajos que, en 18 meses, le darán forma a la nueva Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia.
Las obras comenzaron el 2 de marzo pasado, pero 100 años de historia no se borran de tajo, dicen los vecinos. De Bedout fue clave en la formación de cientos de paisas: textos de estudio, bolsilibros, colecciones de autores. “Mejor dicho, si alguien le trabajó a la educación y a la literatura en Colombia fue la editorial”, dice Andrés de Bedout Jaramillo, quien fue miembro de la junta directiva de la editorial.
La vocación del edificio que acogió a la editorial, conocido en sus mejores años como Tipografía Bedout o Tipografía del Comercio, no se perderá del todo. Aunque no se imprimirán volúmenes de libros o tarjetas de visita propias de la Medellín del siglo XIX, serán 25 aulas, 400 metros cuadrados de laboratorios y 133 puestos de trabajo los que permitirán que esa esquina continúe siendo epicentro del conocimiento.
“Teníamos una deuda histórica con nuestra Facultad Nacional de Salud Pública, ahora por fortuna logramos juntar fortalezas y se hará realidad la construcción de un espacio digno para una unidad académica que presta un servicio vital a toda la comunidad”, sostuvo en su momento John Jairo Arboleda, rector de la U. de A.
Con la intervención, el cruce de la calle 61 con la carrera 51 asistirá a una renovación urbana y social. Desde que la editorial dejó de funcionar, el inmueble se sumió en el deterioro y solo recogió en sus muros grafitis y humedad. “Es un anhelo histórico que se viene trabajando hace diez años y, pese a los contratiempos, ahora es una realidad”, dijo el decano José Pablo Escobar.
Un pasado de oro
La Tipografía del Comercio abrió sus puertas en 1989. Entonces, con escasos elementos y una pequeña prensa, “emprendimos nuestros primeros trabajos tipográficos, no vacilamos en bautizar el establecimiento como Tipografía del Comercio, porque es el principal factor llamado a darle gran preponderancia a Antioquia”, afirmó don Félix en el semanario La Tipografía, el 20 de marzo de 1909.
Don Félix tenía veintiún años cuando abrió la editorial. Acababa de salir del colegio y no tenía los recursos suficientes, por lo que el negocio abrió con lo básico.
La primera prensa se conservó en el Museo de Zea hasta antes de los años 2000. Servía solamente para imprimir tarjetas de visita, muy usadas a comienzos del siglo XX. “La imprenta entonces estaba en Medellín en sus comienzos y no había noticias de los progresos del arte tipográfico”, se lee en una monografía que retrata la historia de la editorial.
Don Félix trajo la primera prensa de cilindro al país, en medio de una industria dominada entonces por las prensas de mano. También introdujo las cuñas de cierre automático para imponer las formas y las pastas para rodillos. “Suprimió la mojada del papel antes de la impresión”, en palabras de don Joaquín Ospina.
La figura de la industria antioqueña incursionó en la tipografía desde que estaba en el bachillerato anexo a la U. de A. Con la tipografía andando, en un local modesto, que dejó ganancias de $19,70 en su primer año de labores, comenzó a cosechar el fruto que le daría a esa esquina su buena fama.
“La excelente presentación de los trabajos, la exactitud en el cumplimiento de los contratos, la honestidad y firmeza de la tipografía” le permitieron al joven De Bedout adquirir otras cuatro prensas de cilindro, además de ampliar la capacidad de producción.
El negocio tuvo dos sedes antes de su traslado, en 1937, a la carrera Bolívar con la calle Moore. Para esa fecha ya se contaban vastas publicaciones, como los periódicos El Comercio, El Industrial y la primera obra literaria editada por De Bedout, “La Felicidad Conyugal”, de León Tolstoi. Ya circulaban, también, varios textos escolares.
En 1953 la empresa comenzó la modernización de sus equipos, cuestión que implicó la tecnificación de los trabajadores y que sus productos alcanzaran los mercados nacional y extranjero. Logró convertirse en la primera tipográfica en el país y estuvo entre las cinco de América Latina.
“No olvido cuando el sindicato se tomó las instalaciones físicas, dejando secuestrados a varios altos ejecutivos, en momentos en que la compañía, haciendo impresiones para terceros, estaba cerca de salir de la crisis económica en que se encontraba“, recordó De Bedout Jaramillo, para quien el episodio fue una toma hostil que llevó a la liquidación definitiva de la editorial.
Pero la historia, en ocasiones, es cíclica y depara sorpresas. Después de una larga liquidación el inmueble de Bolívar con Moore lo adquirió la U. de A. “Lo que era para la educación y la cultura quedó para la educación y la cultura”, según De Bedout Jaramillo.
Nueva vida para el edificio
La liquidación de la editorial permitió que allí la U. de A. gestara uno de sus planes de expansión más ambiciosos de los últimos años. Con una destinación de $77.000 millones para la primera etapa, ya avanzan las obras civiles del centro de estudios. A cargo de la obra está el Consorcio San Vicente, que trabaja en un primer frente que comprende 22.323 metros cuadrados de construcción.
La edificación tendrá tres sectores: el norte, con siete pisos; el occidente, con seis pisos; y el sur, con cinco pisos. Se integrará al Distrito de Innovación proyectado en esa zona y al Plan Parcial Jesús Nazareno.
Si el cronograma se cumple, restan 550 días para que estudiantes y profesores le den vida al inmueble del que otrora salieron las letras que le permitieron leer a toda una ciudad e, incluso, a un país. Allí se formarán los nuevos profesionales de la salud. La vocación, como dijo De Bedout Jaramillo, no será muy distinta: el edificio será hogar del conocimiento .