Antioquia

Cien rocas para cien valientes, cuota de arte para las víctimas

Hablamos con el creador de una de las dos esculturas que rinden este homenaje en Medellín.

Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.

25 de febrero de 2019

Hugo Zapata y Cristóbal Gaviria, dos artistas plásticos de Colombia, tuvieron la misión de construir las dos obras de arte creadas para acompañar a Medellín Abraza su Historia, la campaña de la Alcaldía que busca cambiar la mirada tradicional que, hasta el momento, ha tenido el fenómeno del narcotráfico. Con este nuevo enfoque, las víctimas son las protagonistas. No, los victimarios.

Ambos afectados, aunque cada uno a su modo, por los bombazos y el terrorismo de los narcotraficantes, con sus obras “Valientes” y “Héroes inocentes”, interpretaron el sentir del proyecto de la Alcaldía, de invertir el enfoque y empezar a contar la historia teniendo en cuenta a aquellos que sobrevivieron al terror o cargan a cuestas con el dolor de haber perdido a sus familiares en los atentados.

Hablamos con el maestro Hugo Zapata, quindiano, pero residenciado en Envigado, a quien le tocó vivir la época del terror del Cartel de Pablo Escobar.

¿Qué significó para usted haber sido elegido como uno de los artistas llamados a hacer una obra para exaltar a las víctimas del narcotráfico?

“Lo asumí como un reto muy importante, porque allí donde estaba el edificio Mónaco se va a construir un sitio con obras de arte para la memoria. La ciudad hace una profunda reflexión sobre las huellas de dolor que dejó el narcotráfico y, de alguna manera, estoy ligado a esa historia de lo que le pasó a nuestra gente, a nuestra ciudad”.

¿Cómo concibió su obra?

“La idea era seleccionar cien valientes para entregarles a cada uno un pedazo de la obra, que estuvo inspirada en lo que ha sido siempre mi trabajo: la naturaleza, el paisaje, la geografía”.

Descríbanos la obra...

“Se llama Valientes. Es una obra compuesta por cien segmentos de roca que representan una persona distinta cada uno y todos están inscritos en una retícula urbana. Cada segmento es diferente y tiene huellas, las que han dejado todas las vivencias dolorosas que tuvimos, y ese dolor está expresado en las rocas, que son cambiantes, con texturas, colores y formas que conforman una gran mole urbana. Aunque las rocas recuerdan también el campo... todo está impregnado de dolor”.

¿Pero si a cien víctimas elegidas por la Alcaldía se les entregó un segmento de obra, entonces la obra quedó dispersa?

“Es que son, en realidad, dos obras. Se hará otra igual a la que se repartió, con el mismo tamaño, y se instalará en el parque (de la Inflexión) donde estaba el Mónaco. Es una obra de poco tamaño, de un metro por un metro, porque el tiempo no daba para hacer una mayor”.

Las rocas de Valientes tienen unos colores y una textura especiales, ¿de dónde fueron traídas?

“Es una roca llamada Lutita, que contiene mucho hierro. Está en la región de Pacho, Cundinamarca, y de ahí sacaban el hierro para Paz de Río. Cada segmento de roca puede pesar unos 15 kilos”.

¿Y la otra obra está lista?

“No, esta primera la hice en tres meses, eso me puede demorar hacer la otra, para ella puedo necesitar hasta 500 piedras. Tengo algunas, pero debo traer nuevas”.

En Medellín se dice que todas las personas han sido tocadas por la violencia. ¿A usted también lo tocó el terrorismo?

“Para mí el máximo dolor de esa época fue la toma del Palacio de Justicia. Ver entrar esos tanques a matar toda la gente fue muy doloroso. Después, yo estaba en mi casa, en Envigado, me asomé a la ventana y vi un tanque entrando a una urbanización destruyendo todo, eso me recordó la guerra que vivíamos, cuando pagaban por matar policías”.

¿Qué piensa de la demolición del Mónaco y del proyecto de la Alcaldía de empezar a contar la historia desde las víctimas?

“Estoy de acuerdo con la destrucción del edificio, estamos obligados a borrar toda huella que traiga a la memoria momentos pavorosos de nuestra historia; tenemos que apartar de nuestras vidas y las de las nuevas generaciones la oscuridad y el miedo que este edificio simbolizaba. Como principio digo que no se puede olvidar, pero sí hacer desaparecer las cosas que nos dan dolor, que nos han hecho daño”