Afectaciones a salud mental, otro coletazo de la covid-19 en Antioquia
En Antioquia creció en el último año el número de consultas y la ocupación hospitalaria especializada. Estas son las líneas y las rutas de atención.
Periodista y politólogo en formación. Aprendo a escribir y, a veces, hablo sobre política.
La pandemia puso a los antioqueños a hablar, con mayor frecuencia, sobre salud mental. Las pérdidas sociales, económicas y humanas que ha traído consigo la covid-19 han contribuido, según Alberto Aristizábal, gerente del Hospital Mental de Antioquia (Homo), a que el bienestar mental de los paisas se vea perturbado.
De hecho, hace algunos días varios números ganaron relevancia en la agenda pública con un pico de ocupación en los centros de salud mental del departamento. Dos de esos casos son bien ejemplificados por los registros del Homo y de la Unidad de Salud Mental de Metrosalud, que presta servicios de segundo nivel de complejidad psiquiátrica.
Sobre el primero, Aristizábal expresó que, si bien se han tenido picos y valles, hace algunos días el servicio de urgencias y de hospitalización llegó a ese 90 % de ocupación que es temido, por estos días, en varios frentes del sistema de salud. Con la unidad de Metrosalud ha sucedido lo mismo, según la entidad, la ocupación de pacientes ha llegado al 91 % durante este año.
Aunque los picos han sido transitorios, caso del Homo, donde la ocupación ya se encuentra en el 85 % (de 200 camas hay 170 ocupadas), Aristizábal aclaró que otro dato de 2020 demuestra el alza en la solicitud de servicios en esta materia: “Pasamos de atender 1.600 consultas en 2019 de manera virtual a unas 22.000 consultas de este tipo en 2020”. La solicitud de este servicio se multiplicó por 13, respecto a 2019.
A propósito de esta situación, EL COLOMBIANO consultó el panorama en la ciudad y qué factores explican las variaciones en las demandas de servicios de salud mental. También le contamos cuáles son las estrategias activas en la región y qué líneas de atención están disponibles, en caso de necesitarlo.
Cifras de contexto
Respecto a las variaciones en la ocupación y el número de consultas, el gerente del Homo aclaró que, al inicio de la pandemia, se registró una reducción en los servicios de consultas, hospitalizaciones y urgencias, asociada, en su momento, al temor de contagiarse con el coronavirus. “En el segundo semestre de 2020, la demanda se normalizó en la institución. Por eso aumentamos las atenciones virtuales”.
En esta línea, las cinco primeras causas de consulta psiquiátrica que registró el Homo el año pasado fueron el trastorno afectivo bipolar, con un total de 10.370 consultas; las esquizofrenias, con 7.469; la discapacidad cognitiva, con 6.666; la depresión, con 6.120; y los trastornos de ansiedad, con 5.007 (ver Gráfico).
Estas morbilidades, que dibujan el panorama en Antioquia, no se alejan de las que aquejan a los habitantes de Medellín. Juliana Lotero, profesional especializada de la Secretaría de Salud de Medellín, detalló que “se ha identificado que las consultas por trastornos de ansiedad o depresión aumentaron en 2020, en comparación con 2019”. En el primer año se registraron 150.995 consultas por estos trastornos; en 2019, fueron 47.208.
Pese a que estas cifras validan que las solicitudes por afecciones en la salud mental aumentaron, Lotero señaló que es importante destacar un dato: en 2020 las autoagresiones bajaron. “Con este comportamiento pudimos visualizar que, aunque se esperaba que hubiese un aumento, en estos eventos no lo hubo. El año pasado se presentaron 166 casos; en 2019, 195”.
En cuanto a las atenciones en urgencias, Aristizábal y Lotero coincidieron que las solicitudes se han mantenido, en buena parte del tiempo, estables. El miedo a contagiarse, afirmaron, condujo a que estos números no estén en alza constante. Ello, también, explica la subida de las consultas por telemedicina.
La pandemia, un porqué
La situación descrita, que es solo una arista de lo que ha implicado la pandemia para el sistema que oferta servicios de salud mental, puede explicarse, según Aristizábal, desde tres frentes: las pérdidas económicas, las sociales y las humanas, que han sido masivas.
“Esto se manifiesta por duelos no resueltos; temor a morir, a contagiar, a la separación en los niños (cuando hay algún contagio en la familia); también por la falta de socialización en la escuela”. Ello, según el experto, conduce a trastornos depresivos leves y moderados. Las ludopatías — “niños que no se despegan de las tecnologías”— se han disparado.
Rodrigo Mazo, director de la facultad de Psicología de la UPB, coincidió con Aristizábal. Sin embargo, en su análisis, desagregó las afectaciones e impactos de la pandemia según el momento de la misma. Al principio, dijo, el impacto de una situación no prevista cambió de manera abrupta la estabilidad de las personas: se tuvieron que buscar nuevas estrategias para afrontar las demandas desconocidas.
“A más de un año, la novedad pasó. Estamos, ahora, en una habituación caracterizada por la desesperanza: hemos sentido que muchas de las estrategias para combatir la pandemia no han funcionado bien (...). Ello hace que la gente desarrolle una especie de incertidumbre frente a lo que va a pasar con este fenómeno sanitario”.
Pese a ese sentimiento, estar en los hogares, como nueva rutina, pudo significar la baja en autoagresiones en Medellín, según Lotero. “Aunque el tema es multifactorial, la estancia continua de las personas en su hogar, debido a los confinamientos, pudo haber llevado a que haya disminuido el tiempo de soledad y que, por ello, los intentos de suicidio disminuyeran”.
A esta altura, Mazo expresó que hay que distinguir los frentes exacerbados por la pandemia. Aumentaron los problemas de salud mental, no los trastornos. ¿Qué significa? “La búsqueda de ayuda no es solo cuando aparecen trastornos diagnosticados. Hay problemas que no llegan hasta esos puntos, que deben tratarse, para que no avancen”, sostuvo.
Entre los problemas desarrollados en el último año y medio se reiteran la depresión, estrés y ansiedad. También reforzó lo expresado por Aristizábal en cuanto al porqué de las variaciones: la inmediatez obligada por la coyuntura actual ha usurpado las proyecciones a futuro.
“Hay una especie de pesimismo”, concluyó Mazo, y ese sentimiento se manifiesta debido a un virus que, en cierto modo, ha trascendido el anhelo, propio de los humanos, de mirar hacia el futuro: la agencia de planear se ha visto atravesada por el temor de contagiarse, de perder un familiar o de verse, a pesar de un año y medio, en un estadio inimaginado.
En medio de lo ya expresado, el experto resaltó algo positivo, que, sin la pandemia, probablemente seguiría sin ponerse en conversación:
“A raíz de esta afectación mental en las personas, a nivel gubernamental y ciudadano, ya se está hablando en nuestro país de salud mental. Este tema ha sido desestimado en Colombia. Ahora, el asunto se hace prioritario. Es de lo poco rescatable de esta situación”