Antioquia

Así es la lucha diaria de un intensivista durante la pandemia

Los especialistas en terapia intensiva manejan los cuidados críticos, unidades donde se libra la batalla clave contra la covid-19.

Redactor del Área Metro. Interesado en problemáticas sociales y transformaciones urbanas. Estudié derecho pero mi pasión es contar historias.

17 de abril de 2020

En las últimas dos semanas Luis Alejandro Urrego Jaramillo solo ha visto a su esposa y a sus dos hijas una vez. Prefirieron separarse y afrontar la cuarentena desde casas distintas. Todos los días hablan por teléfono o videollamadas porque las prioridades cambiaron en estos tiempos enrevesados, sobre todo para los intensivistas que son la primera línea de defensa de los pacientes críticos en la batalla contra el nuevo coronavirus.

Este médico general de la Universidad de Antioquia, especialista en urgencias y gerencia hospitalaria del CES y de cuidados intensivos, dice que la pandemia alargó los días que para ellos ahora duran más de 24 horas. “No ha llegado de frente el virus y ya estamos agotados porque nos estamos preparando de la mejor forma para recibir el pico. Son días agitados”, cuenta.

Y ese agite viene por cuenta de reuniones, construcción de protocolos, capacitación del personal, atender requerimientos de otros hospitales y hasta reuniones con las autoridades. En medio de la crisis, Alejandro y otros especialistas en medicina crítica y cuidado intensivo del Valle de Aburrá y el Oriente antioqueño crearon el Grupo Intensivistas de Antioquia ante la preocupación por la emergencia que atraviesa el país.

Ellos, los intensivistas, son los que están a cargo de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), las áreas donde llegan los pacientes críticos que necesitan respiradores mecánicos para vencer la peste. Por eso pidió apoyo y comprensión de la ciudadanía.

“Le pedimos a la gente es que se siga quedando en la casa, parece discurso trillado pero eso es lo que nos ayudará. Tampoco agredan al personal de la salud, hemos tenido reportes de que los sacan del transporte público por temor al contagio. Hay que sensibilizar a las personas porque nosotros no somos el enemigo”, expresa.

Pero los días no solo son agitados sino agobiantes. Cuenta Alejandro que el solo hecho de ponerse los equipos de protección durante tanto tiempo produce fatiga, cansancio, dolor y lesiones en la piel. Y la vida, entonces, se convierte en un círculo repetido porque al final de los turnos debe regresar a casa, hablar con su familia, lavar la ropa, comer y descansar porque a la vuelta de la esquina se aproxima una nueva batalla.

Después de que toda pase quiere volver a la esencia de disfrutar lo simple, del tiempo libre. “Aprender que hay esperanza porque esto que estamos viviendo nos agobia mucho. No solo luchamos contra un virus mortal sino contra el ambiente difícil”, resume.

Pese a las adversidades ahí están todos los miembros del personal de salud, incluidos camilleros, vigilantes y servidores administrativos, al frente del pelotón exponiendo sus vidas frente al verdadero enemigo. Tratando de llevar la lámpara en medio de la oscuridad. “Siempre hay que tener fe y esperanza”, concluye. Al colgar la llamada de esta entrevista seguirá lavando el uniforme, ya llegará otro día bajo el sol .