Las heridas imborrables que dejó incendio de Colors
Una familia demandó a la administración de una copropiedad por el incendio en el que murieron dos personas en 2019. Padecen las consecuencias.
Sara conoció el infierno el 9 de diciembre de 2019. Solo con esa palabra puede, aunque sea vagamente, describir lo que vivió. Han pasado casi tres años y los recuerdos de esa noche todavía la atormentan. “Yo sé que mi vida no va a volver a ser la misma”, dice con resignación, con fuerza. El incendio del edificio Colors, en Envigado, transformó la vida de su familia para siempre.
Por eso, los cinco integrantes de la familia instauraron una demanda contra la administración del edificio, que finalmente fue admitida por el Juzgado Tercero Civil de Oralidad de Envigado. Los argumentos son que hubo fallas en la gestión del riesgo de la urbanización. Esa noche, recuerda Boris Díaz, el padre, no funcionaron las alarmas, ni los extintores, ni las mangueras.
El abogado y escritor Juan Fernando Martínez, que puso la demanda, dice que hubo negligencia por parte de la administración. “La gente activó las mangueras para apagar el incendio y los tubos no funcionaron. Ese día no había administración y la Ley 675 dice que un conjunto residencial no puede estar sin administración”, explicó el abogado.
La pretensión de la demanda es de 500 millones de pesos. Sin embargo, comentó Martínez, lo importante no es lo económico, sino que se establezca que hubo un culpable. Y es que la vida de la familia se vio muy afectada por el incendio. “Se cayeron los sueños”, sentenció el abogado.
Los hechos
La familia Díaz Callejas descansaba en el apartamento 1411 cuando las llamas se iniciaron. Sara, que para entonces tenía 14 años, escuchó una algarabía: gritos de auxilio y desespero. Entonces, como pudo, tomó a su hermana Camila, que tenía 11 años, y a uno de sus gatos, y comenzó a bajar, a tientas, las escaleras. El humo era tan negro y tan espeso, que no dejaba ver nada.
Boris y Carolina, los padres, salieron también del apartamento, tratando de encontrar a sus hijas. El incendio, se supo unos días después, comenzó en el shut de basuras. Alguien arrojó una bolsa muy grande que se atoró y, parece, alguien más lanzó, después, un “objeto incandescente”, es decir, un fósforo y una colilla de cigarrillo. El incendio dejó más de 30 heridos y dos muertos, una pareja joven.
Lo peor sucedió unos momentos después. Cuando Sara iba por el sexto piso, con el gato en el pecho y el celular en una mano tratando de alumbrar con el flash, se produjo la segunda de dos explosiones que hubo ese día. Sara recuerda que se desvaneció y ya no tuvo fuerza. “Entonces me entregué a Dios y pensé que esa era mi muerte. Sentí una paz, una tranquilidad, con ese final”, dijo la muchacha.
El martirio
Sara fue remitida al San Vicente, donde la atendieron especialistas. Por la gravedad de sus quemaduras en cara, piernas y brazos, los médicos dijeron que su supervivencia era improbable. “Los tres primeros días me dijeron que iba a morirse, que solo era cuestión de tiempo”, contó Boris. Sin embargo, a partir del tercer día mostró una leve mejoría. Al mes, un médico le preguntó qué quería. Ella atinó a decir que solo quería jugar baloncesto y que ese era su proyecto de vida.
Después del San Vicente, la familia se fue para Bogotá en busca de especialistas. Para acompañar a su hija, Boris tuvo que renunciar a su trabajo, lo que los puso en aprietos económicos. “Solo en un mes nos gastamos 24 millones de pesos. Una sola crema para tratar a Sara cuesta un millón de pesos. Es muy complicado”, comentó el padre.
Entonces acudieron a la administración de la propiedad horizontal, donde les dijeron que acudieran a un seguro. Sin embargo, pese a insistir varias veces, nunca hubo respuesta. Fue entonces cuando decidieron demandar. “No vemos esto como una exigencia económica, porque afortunadamente recibimos la solidaridad de la gente y hoy tengo un nuevo trabajo, pero alguien nos tiene que responder por lo que pasó. Tienen que asumir la responsabilidad”, dijo Boris.
EL COLOMBIANO se comunicó con la administradora de Colors, Melva García, para conocer la posición frente a la demanda. Sin embargo, contestó que no iba a dar declaraciones y que “en este país hay cosas más importantes y de interés para una sociedad que una demanda de una copropiedad”.
Para la familia, la copropiedad ha sido indolente con la tragedia. Aunque a Sara la han operado cuatro veces, no ha podido recuperar su nivel en el baloncesto. Desde el día del incendio no usa shorts y sus manos las mantiene cubiertas con guantes. “No es justo que hayamos sufrido todo esto y la administración esté tranquila, como si nada hubiera pasado”, concluyó Sara.